sábado, 21 de febrero de 2015

Buenos Aires y los arrabales de Ítaca

5 a 17 de abril de 2014
I ¿Se puede viajar, y enriquecer el espíritu con experiencias nuevas, andando los barrios de la propia ciudad? 
Buena pregunta, ¿no? Pero hay algo previo... habría que establecer de modo razonable que hay una relación directa entre viajar y enriquecer el espíritu y, recién, intentar una respuesta a la pregunta del epígrafe.
 Las imágenes pertenecen al autor
Mis amigos viajeros veneran el sabio poema “Ítaca” del poeta griego Constantino Cavafis. No es para menos. Nos invita a demorarnos todo lo que podamos en nuestros viajes: “Cuando emprendas tu viaje a Ítaca / pide que el camino sea largo, / lleno de aventuras, lleno de experiencias... / Que muchas sean las mañanas de verano / en que llegues -¡con qué placer y alegría!- / a puertos nunca vistos antes.”(1)
El poema dictamina que es necesario viajar para llegar a ser sabios, pero también que ello no es suficiente. Si no nos demoramos en cada sitio para vivirlo con la mayor intensidad que nuestra condición de extranjeros nos permita, será difícil que podamos enriquecer nuestro saber...
Afirmo que mi Ítaca verdadera es la conjunción de algunos barrios de la ciudad de Buenos Aires. Mataderos, barrio en el que nací, Micro-centro, barrio en el  que trabajo, y Belgrano, casi llegando a colegiales, que es el barrio en donde vivo...
Tomé unos días de vacaciones e intenté volver a Ítaca sin salir de sus arrabales. No sé bien qué habré logrado...
En estos días de fiaca y descanso tuve que hacer algunas cosas, diligencias se decía antes. Toda una invitación para caminar mirar y ver. Empecé recorriendo las calles de Colegiales, Villa Ortuzar y Chacarita. Paisajes cambiantes. Barrios residenciales que se confunden con industrias y comercios, como la panadería L'epí de los franceses Bruno y Olivier que está ubicada en Rosetti al 1700, en Villa Ortuzar, lugar en donde encontraron un horno de 1900 que servía a sus propósitos.
Las ocupaciones diligentes aquietaron su agitación y pude demorarme en el barrio chino de Belgrano. Este rincón de la ciudad, nos invita a sumergirnos en otro territorio, en otro país, en otra cultura.... aunque no tanto... La exposición de arte que se exhibe en el restaurante y centro cultural BuddhaBA nos invita a vivir la fraternidad entre los inmigrantes chinos en La Argentina y los hijos de la patria que adoptaron. Esta integración no sólo se ve allí... también se ve en algunos comercios. Por ejemplo, en la casa de venta de productos dietéticos (Casa China) y en los grandes supermercados del barrio se venden productos argentinos que no se consiguen en las grandes cadenas de supermercados del resto de la ciudad (lo más llamativo está en la profusa oferta de marcas de dulce de leche).
El barrio chino de Buenos Aires es pequeño, pero está lleno de colorido. La venta de productos alimenticios que tiene su insignia en la oferta de pescado fresco los días martes y jueves, los restaurantes típicos (incluye también un restaurante japonés y otro peruano) y los negocios que ofrecen productos de bazar contribuyen, en buena medida, a cimentar ese colorido. Sin embargo, creo que la nota distinguida está en los puestos de comida callejera, donde puede verse tomar un ligero almuerzo a los naturales de China que trabajan en la zona.
¿Quiénes compran en el Barrio Chino? Muchos porteños convocados por el buen gusto y el exotismo. En mi caso particular, fui por el pescado fresco.  Pero, si bien pude verificar las bondades de la mercadería, no encontré ninguna ventaja de calidad y precios con relación la pescadería Basilio del mercado de Juramento y Ciudad de la Paz. Sí, en cambio, compré productos (sobre todo, legumbres) en Casa China y disfruté de la comida callejera.
En un pequeño local sobre la calle Arribeños compré unos pasteles fritos rellenos con algo. Pregunté a uno de los vendedores acerca de su contenido, me respondió con la expresión “no entiendo”. Esta es una respuesta típica de los chinos que no quieren dar explicaciones o entrar en conversaciones complicadas con los compradores... aducen siempre no entender el castellano, aunque lo hablen perfectamente. Encaré, entonces, al mozo que atendía las pocas mesas del local. Su aspecto oriental, chino diría, era evidente y su condición de mozo le debía exigir, naturalmente, el uso del idioma castellano. Me contestó con tonada cordobesa: “no sé, varón, hoy es mi primer día de trabajo en el barrio”...
El único problema que vi en el barrio es que no avanza en la solución de una dificultad seria que tenemos en La Argentina con relación a la venta de productos alimenticios. No hay información disponible sobre la trazabilidad de origen, e incluso algunas veces sobre las características, de los productos que se ofrecen. Compré, por ejemplo, porotos pallares sin saber dónde habían sido cultivados. De modo que la elección de buenos productos depende muchas veces de los sólidos conocimientos de algunos compradores o de la fortuna... Pero este es un problema generalizado que  en el Barrio Chino no se corrige... y otros lugares de venta en la ciudad, tampoco.     
II Pero, aunque Cavafis te invita demorarte todo lo que puedas, nos incita a que no naufraguemos en la confusión: “Ten siempre a Ítaca en tu mente. / Llegar allí es tu destino. / Mas no apresures nunca el viaje. / Mejor que dure muchos años / y atracar, viejo ya, en la isla, / enriquecido de cuanto ganaste en el camino / sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.”
Dije que trabajo en el Micro-centro. Allí muy cerca de donde desarrollo mis tareas profesionales, Juan de Garay fundó esta ciudad que es mi patria. Es más, la sede de mis ocupaciones se encuentra en Corrientes y Florida, en el predio que el fundador les asignara en suerte a Ana Díaz, la única pobladora mujer que accedió a un solar en 1580. Hoy el lugar pertenece al barrio del San Nicolás, también conocido como el Centro.
Cuando tengo la oportunidad, más como una recreación que como una necesidad,  intento caminar por las calles del vecino barrio de San Telmo como si fuera un extranjero. La experiencia suele ser sorprendente... está vez, lo hice durante mis vacaciones en dos oportunidades, lo que me permitió demorarme en algunos rincones del barrio para apreciarlos mejor.
Primero fui un viernes a la mañana. El barrio estaba lleno de vida porque, si bien no se vive el vértigo que hay en su vecino barrio de San Nicolás (en ese sentido, la Avenida de Mayo parece trazar una frontera), había actividad comercial y profesional intensa. Hice un viaje de ida y vuelta. 
Fui por la calle Balcarce hacia la avenida Independencia. Apenas se atraviesa la Avenida Belgrano, el barrio se muestra espléndido con sus bares y restaurantes y sus locales de espectáculos. Debe destacarse el edificio que, en una época, albergó las rotativas del diario La Prensa y hoy es la sede del polideportivo del sindicato que nuclea a los encargados de edificios (SUTERH). Está ubicado en la intersección de Balcarce con Venezuela.
Antes de llegar a Independencia, torcí por el pasaje San Lorenzo, emprendiendo el retorno a la Plaza de Mayo por la calle Defensa. Si bien en el pasaje hay algunas instituciones culturales, su contribución al paisaje barrial es muy pobre, en relación con sus épocas de gloria. Merece una mayor atención de las autoridades. La calle Defensa conserva un estilo abigarrado y ecléctico en el que se destacan algunos edificios notables como las iglesias de Santo Domingo y San Francisco, la sede del museo de la Ciudad y los inmuebles del siglo XVIII conservados en la esquina con la calle Alsina. Era un día de sol y la calle Defensa brillaba a tono.
Era mediodía y entré en las iglesias. La de Santo Domingo se encuentra en franco proceso de restauración de sus interiores. La de San Francisco sólo tiene obras en la fachada. En una capilla lateral, en San Francisco, hay unos óleos de grandes dimensiones cuyo valor no pude inteligir porque casi no se reconocen las figuras representadas en ellos. Ambas iglesias merecen estar en mejor estado. Se trata de los escasos restos que existen de la Buenos Aires colonial y ofrecen un espectáculo de interés para viajeros y turistas.
El almuerzo en la Panadería de Pablo Massey coronó el paseo. Buenos panes, buena atención, buenos platos para almuerzos relajados. 
El sábado fui con Haydée. Ya habíamos ido un domingo y nos sorprendió la abigarrada algarabía de una feria de antigüedades, artesanías y productos varios que se despliega desde la Plaza de Mayo hasta la Plaza Dorrego en el corazón de San Telmo. Esperaba encontrarme con ese espectáculo, pero el sábado es distinto... no hay nada, ni la actividad cotidiana de los días laborables, ni la feria... reina una gran desolación... Para empeorar, las iglesias están cerradas y los restaurantes del camino, también (excepto la Panadería de Massey). No se ve a nadie en las calle hasta llegar a la Plaza Dorrego. 
En la Plaza hay una feria americana con indumentaria, antigüedades y artesanías. En los alrededores algunos restaurantes abiertos (tomamos como almuerzo unos pintxos en el restaurante Sagardi que nos trajo el recuerdo de los bares de tapas en la parte vieja de la ciudad de San Sebastián), los negocios tradicionales de antigüedades y el Mercado de San Telmo.
El Mercado es la imagen de la confusión que hace ochenta años denunciara Enrique Santos Discepolo. Un mercado de productos alimenticios, transformado en un cambalache de antigüedades, artesanías y otras yerbas. El edificio está descuidado y los pocos puestos de frutas y verduras que se conservan se encuentran desprolijamente entremezclados, como en una vidriera irrespetuosa, con puestos de libros viejos y otras antiguallas. 
Regresamos por la calle Perú. También desolada, salvo algunas excepciones (el barrio parece estar muerto los sábados). Sin embargo, la desolación no nos impidió maravillarnos con ese extraño edificio ecléctico que se yergue en la esquina noroeste de Perú y Avenida Belgrano. En fin, San Telmo en sábado es la Plaza Dorrego y muy poco más... Una verdadera pena...
...y, después, como siguieron mis vacaciones... les cuento en otra
Notas y referencias:
(1) Cavafis, Constantino, Ítaca, leído el 27 de junio de 2014 en   http://www.pixelteca.com/rapsodas/kavafis/itaca.html.


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