sábado, 17 de febrero de 2018

El comercio francés en Buenos Aires (1887)


Los textos que se exponen a continuación fueron tomados del libro Vida y Costumbres en El Plata de Emilio Daireaux que publicó Felix Lajouane (1) en 1888 (2). El ejemplar que consulté pertenece a la primera edición en castellano (hubo una anterior en idioma francés). La obra se compone de dos tomos. El primero lleva el título “La sociedad argentina” y el segundo, “Industrias y productos”. El Prefacio contiene sendas cartas de Bartolomé Mitre y Julio Argentino Roca con opiniones y comentarios sobre la edición francesa.
 

Emilio Honorio Daireaux nació en Río de Janerio en 1846 y falleció en París en 1916. Se recibió de abogado en la capital francesa y revalidó su título en Buenos Aires, donde ejerció la profesión durante más de 10 años. El autor afirma que el libro fue escrito para los países extranjeros con la finalidad de dar a conocer La República Argentina en ellos. Por su parte, la dedicatoria reza: “A mis hijos. Para darles a conocer y hacerles amar el país de su madre, donde nacieron”. El autor se radicó en Francia con su familia a fines del siglo XIX, aunque conservó propiedades en la Provincia de Buenos Aires cerca de la ciudad que lleva su nombre. Algunos de sus hijos se afincaron en La Argentina, administrando esos bienes.
Los fragmentos que se transcriben a continuación pertenecen al primer tomo. Visión crítica del vínculo entre la metrópoli francesa y los connacionales emigrados.
Negocios de los franceses en Buenos Aires
“/…/. Al penetrar en las calles de la ciudad se pudiera creer que Francia ha tomado posesión de este país: los hoteles, los cafés, los restaurants, de los que hay muchos dirigidos como los primeros de París, son franceses, todas las casas detallistas de alguna importancia son francesas, todo lo que constituye el traje del hombre y la mujer, la vida material de una gran ciudad se envía de Francia y, en francés, se vende por Franceses; las grandes librerías son francesas. Sólo Francia absorbe el 30 % de los productos que el país exporta, las grandes compañías de navegación transatlántica son francesas y sin embargo Francia tiene aquí un puesto comercial bien pequeño; por rareza un Francés ó una empresa francesa ha conquistado una posición financiera visible.
”Un banco francés se ha constituído recientemente y es el primero, ha necesitado, renunciando a encontrar capitales en el exterior buscarlos en las cajas de la colonia francesa. Va haciéndose lugar, pero encuentra ante sí el obstáculo de las costumbres adquiridas, de las situaciones conquistadas; los bancos ingleses tiene sucursales en París; una casa de banca particular, creada hace veinte años por un Español, el Sr. Carabassa, absorbe, desde hace tiempo, todos los negocios financieros de la colonia y del comercio francés apoyándose en un considerable capital personal y en relaciones de banca de primer orden. Todo esto acortará el horizonte por largo tiempo ante el Banco francés.
”Sin embargo el comercio francés está por todas partes, es una fuerza numérica y de influencia con la que siempre se ha contado aunque su comercio de cambio sea menor que lo que hace algunos años era y que reduce precisamente en el momento en que el de las demás naciones aumenta.
”Obedece esto á diferentes causas: la primera es, que los grandes artículos de importación francesa, el vino, después de la filoxera, los fósforos, después de una ley de fatales resultados, el azúcar, desde que la produce el país cada día más, han disminuído en una suma considerable la cifra total de las importaciones. Otra causa es que los capitales franceses no emigran y de ninguna manera ayudan al Francés que se expatría y que, entregado á sí mismo, debe buscar en su trabajo personal los elementos de éxito, obligándole á crear sólo pequeñas industrias locales ó á contribuir al buen resultado de las que existen. Ciertamente que así honra y enriquece a la colonia de que forma parte, pero la metrópoli no habiéndole sostenido sólo obtiene de sus esfuerzos este honor platónico.
”La única institución comercial que los Franceses de Buenos Aires han tenido el mérito de crear los primeros es una Cámara de comercio. En esto se ve también una prueba de patriótico desinterés.
”En efecto, ¿qué pueden producir las Cámaras de comercio en el extranjero? Nada pueden enseñar a los que, habitando el país, las componen y las informan. En realidad solamente están destinadas á ser un centro de informes gratuitos ó impersonales en provecho de los industriales de la metrópoli deseosos de preparar una concurrencia á los que les proporcionan estos informes. Hasta el industrial que una vez informado busque un representante no lo pedirá á la Cámara, ser impersonal y múltiple. Y no será raro verle escoger un Inglés o un Alemán, porque, es necesario confesarlo, los Franceses residentes en el extranjero no gozan de prestigio para con sus compatriotas de la metrópoli /…/.” (3)
Notas y Bibliografía: 
(1) Prestigioso editor francés que publicaría, entre otras obra el libro Cocina Ecléctica de Juana Manuela Gorriti que vio la estampa en 1891.
(2) 1888, Daireaux, Emilio, Vida y Costumbres en el Plata, Buenos Aires, Feliz Lajouane.
(3) Ídem, pp. 279-281.

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