sábado, 20 de agosto de 2016

La ruta de los vinos de Borgoña I: el paisaje



23 a 27 de octubre de 2015

I El idioma del otoño

Salimos de Roma en tren, ya entrada la noche. La madrugada nos encontró en el corazón ardiente de la Borgoña, la ciudad de Dijon. Allí tomamos un auto para dirigirnos a nuestro destino, la casa en que Bocha Durana y su mujer Beatriz Rodaro viven frente al Canal del Centro en la bellísima villa de Saint Léger sur Dheune.

Las imágenes pertenecen al autor
Teníamos dos caminos posibles. Preferimos la ruta departamental D974 a las autopistas. El primer camino es más corto, aunque significativamente más lento. Pero nuestra decisión careció de sentido práctico, no queríamos el paisaje homogéneo y distante, sino el contacto inmediato con la tierra… y la verdad es que fuimos largamente recompensados con la belleza de los viñedos, en el primer tramo, y del camino de sirga que acompaña al Canal, en el segundo.

La carretera, como nuestra querida Ruta Nacional 40, se transforma en calle principal de los pueblos que atraviesa (alguno de ellos de notable importancia, como la bella Baune). Fue así como pudimos tomar conciencia de dónde estábamos... es que el paisaje risorgimentale de las villas sicilianas al que ya nos habíamos habituado, se transformó, como por arte de magia, en la sucesión de petits hotels de ecléctica y más que secular procedencia de los pequeños poblados de la campiña francesa.

Ese trayecto los disfrutamos enormemente… estábamos comenzando, con placer singular, la segunda etapa de nuestro viaje.

II La villa y el Canal del Centro

Saint Léger sur Dheune es una bellísima villa de unos 1600 habitantes que se extiende a ambos lados del Canal del Centro en torno de un importante cruce de carreteras departamentales que la comunican con las grandes ciudades de la Borgoña (Dijon y Chalon sur Saone). No es un pueblo solitario, forma parte de una sucesión de pequeños asentamientos urbanos que se asientan sobre las márgenes del canal y el camino a Chalon. En ese paisaje, los viñedos mandan… sí, los viñedos que justifican la fama internacional de la Cote Chalonnaise.

En ambas direcciones, el otoño trata muy bien a la región, estallando mansamente en una gama amplia de tonalidad que van desde el dorado al rojo bordó, si se me permite el juego de palabras que profiero con un abuso de intencionada ingenuidad. Contemplando el paisaje apacible, tengo un arrebato, una sensación de que este rincón del planeta bien puede ser el refugio ideal para el descanso del guerrero, para que aquél que ha vivido intensamente su vida y tiene allí un rinconcito para que pueda vivir con mansedumbre su propio otoño.

El encuentro con la familia, me arranca del ensueño y me dispone en condiciones espirituales adecuadas para disfrutar unos días allí con Haydée y sus primos.

La mañana era fría y la niebla cubría el canal. Desayunamos con morosidad y, cuando estuvimos listos, nos asomamos a la ventana… el sol inundaba la escena y una tenue calidez nos invitó a salir de caminata. Nos dirigimos al camino de sirga. Ha sido acondicionado para caminantes y ciclistas. Cada tanto algún rincón invita a sentarse a retozar (lindo lugar para tomar mate, me digo). Bocha me explica que el paseo llega hasta Chalon después de recorrer casi 30 km. Llegamos a la primera esclusa y formula algunas explicaciones técnicas y me dice que tenemos que ir a la exposición de fotos que hay en la Mairie, porque así voy a poder entender la dimensión de esa obra de increíble ingeniería… así lo hacemos.

Allí vemos unas fotos magníficas de los últimos cien años, y tal vez un poco más, de historia de la villa. Una maqueta muestras el funcionamiento de las esclusas y una serie de infografías ilustra sobre la historia del Canal del Centro que une el río Saone, afluente del Ródano que llevará sus aguas hasta el Mediterráneo, y el Loire que, como es bien sabido desemboca en el Mar Cantábrico. La obra fue concebida en el último tercio del siglo XVIII y ejecutada entre 1783 y 1793. La reproducción fotográfica de documentos municipales nos informa que, entre los primeros habitantes de Saint Léger, se encuentran los trabajadores del canal.

Un funcionario local asume el papel de expositor. Nos explica que este canal forma parte de una compleja red que comunica el Cantábrico con Europa Central por lo que la planificación no sólo supuso la solución de complejas cuestiones técnicas, sino también la normatización de las dimensiones de los barcos de carga que surcan la red. Los problemas técnicos consistieron básicamente en el sistema de esclusas y los lagos artificiales que las alimentan, para superar las diferencias de cotas entre las distintas cuencas hídricas y la fuerza motora para impulsar las embarcaciones que, antes de la invención de las máquinas de vapor, se hacía a través del camino de sirga que permitía arrastrar las naves con animales.

Amo esas soluciones simples e ingeniosas a problemas concretos de cierta complejidad. Amo esa clara expresión del cerebro humano que se expresa en una tecnología subordinada conceptual y metodológicamente al desarrollo de la ciencia positiva de Occidente que tuvo su auge entre 1610 y 1980, por poner unas fechas de manera arbitrarias… Contemplando la maqueta, sentí un poco de nostalgia de mi infancia y reviví la profunda satisfacción por las maravillas de la creatividad del cerebro humano… Me vi a mi mismo como asombrado y orgulloso de haber pertenecido a esa era entusiasta… Un detalle de la exposición confirmó esos sentimientos. En un rincón había restos del carbón que se usaba en las casas de familia de la región hace más de cien años. Era un carbón prensado con una forma reconocible, lo que, en nuestros días, llamamos briquetas.

Es una verdadera lástima que el bípedo depredador sea incapaz de conservar su propia obra… ¡Cómo extraños los viejos vagones belgas de la línea A, fueron puestos en servicio en 1913 y destruidos por desidia cuando todavía funcionaban perfectamente poco antes de que cumplieran cien años transportando a los porteños!

Salidos de la muestra, la visión del canal, de las esclusas reales, de los mojones de halaje en el camino de sirga y de las embarcaciones que, aunque impulsadas ahora por motores diesel, conservan las medidas normatizadas hace más de 220 años adquirieron una presencia clara y distinta en mi mente.

III Rialto en Saint Léger

Beatriz ha dedicado su vida a diversas formas de arte (danza, pintura, alfarería, y otras más) y a cultivar su identidad veneciana. De modo que no me sorprendió que hubieran dispuesto de algunos locales de su vivienda, precisamente los que dan a la ruta, para instalar un centro cultural con sala de exposiciones y atelier de pintura y cerámica. Tampoco me sorprendió que el centro se llamara Rialto y que la puerta de acceso estuviera coronada con la imagen del león que representa a San Marco en la Serenísima República Veneciana.

En ese sitio, Beatriz y su hijo Fidel, gran artista plástico, exponen sus obras, realizan diversas actividades didácticas y convocan a otros artistas locales para que puedan mostrar su trabajo a los visitantes.

El emprendimiento es fantástico y, seguramente tendrá un gran éxito debido a la inserción que Beatriz y Bocha van teniendo en el lugar en donde viven desde hace 20 años.

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