sábado, 28 de marzo de 2015

El banquete de una boda (1890)

Alberto Gerchunoff nació en la aldea rusa de Proskurov el 1° de enero de 1883, emigró a muy temprana edad a La Argentina. Se crió en la Provincia de Entre Ríos, donde quedó huérfano de padre. Su formación combina la sabiduría tradicional de las familias hebreas que llegaron a nuestro país en los últimos 20 años del siglo XIX con la educación laica argentina. En 1895 se instaló en Buenos Aires donde ejerció la profesión de periodista, especialmente en el diario La Nación. Su obra más conocida es Los gauchos judíos, donde recopila las historias que vivió en la Colonia Rajil de Entre Ríos. El libro fue publicado en 1910 en oportunidad del Centenario de la República Argentina. En las páginas 73 y 74 de la edición que utilicé se lee la siguiente profecía: “Yo quiero creer, sin embargo, que no siempre ha de ser así (se refiere a la mala reputación de los judíos en la población de las tierras que habitan), y los hijos de mis hijos podrán oír, en el segundo centenario de la República, el elogio de los próceres hebreos, hecho después del católico Te Deum, bajo las bóvedas santas de la catedral...”. Gerchunoff falleció en Buenos Aires en 1950.
Los fragmentos que siguen pertenecen a Los Gauchos Judíos y fueron tomados de la edición realizada por el Centro Editor de América Latina para la Biblioteca Argentina Fundamental que acompañó el fascículo 29 de la obra Capítulo.(1)
Hay una boda en Rajil, ¿en qué consistió el banquete? Veamos algunos fragmentos del capítulo “Las bodas de Camacho”
El banquete de una boda en la Colonia Rajil
Desde hacía dos semanas los vecinos de todas las colonias esperaban el día del casamiento de Pascual Liske, hijo del rico Liske, que vivía en Espíndola. Naturalmente, lo más respetable de cada colonia se preparaba para la fiesta, que prometía, a juzgar por las noticias, ser cosa excepcional. En Rajil se sabía que la familia del novio había comprado en Villaguay ocho damajuanas de vino, un barril de cerveza y varias botellas de refresco de color rosado. Nos lo contó la mujer de Kelner, que las vio conducir junto con el vino, al detenerse el peón de Liske en Balvanera para cambiar la lanza del carro, rota en un percance, cerca del tajamar.
-Son de color rosado -dijo, y añadió, dirigiéndose a la mujer del matarife, cuyos ojos dilatados denunciaban su incredulidad: -Sí, refresco de color rosado y con sellos de lacre en el gollete...
/.../.
/.../. Instalado cerca del alero, hervía sobre un fuego vivaz un enorme caldero repleto de gallinas, y gansos asados colgaban en la sombra chorreando grasa. Más allá, enfriábase en innumerables bandejas el tradicional y venerable pescado relleno. Pero lo que admiraba el público, no eran ni el caldero de gallinas, ni los gansos asados, ni el pescado, ni los costillares de ternera que preparaban los peones. Eran las damajuanas de vino, el obeso barril de cerveza, y sobre todo los refrescos en cuyo color rosado jugueteaban los rayos del sol. Sí; eran, efectivamente, como se anunciara en Rajil botellas de refrescos, color rosa, con lacre en el gollete.
/.../.
Dispúsose el indescriptible banquete. Tomaron asiento hombres y mujeres; se sirvió a los novios el “caldo de oro”, el plato consagratorio de los esponsales. Las fuentes de ave y pescado circulaban, corría el vino, y las alabanzas a la dueña de casa se elevaban en unánime coro.
-En mi vida he comido pescado relleno más sabroso.
-¿Dónde se ha visto ganso más bien asado? -preguntó el matarife...
Rabí Moisés Ornstein hizo su elogio, agregando:
-Es que nadie sabe cocinar como la mujer de Liske. Quien prueba su comida comprende que se trata de una persona de bien...
Vinieron después las croquetas de carne y arroz, envueltas en hojas de viña, y la cerveza y el vino regocijaron los espíritus.”(2)
Notas y Bibliografía:
(1) 1910, Gerchunoff, Alberto, Los gauchos judíos, Buenos Aires, CEAL, 1968, Capítulo, Biblioteca Argentina Fundamental N° 29.
(2) Ídem, pp. 46, 48, 50-51.



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