sábado, 14 de febrero de 2015

El boyero de la colonia Rajil de Entre Ríos y el sabath (1890)

Alberto Gerchunoff nació en la aldea rusa de Proskurov el 1° de enero de 1883, emigró a muy temprana edad a La Argentina. Se crió en la Provincia de Entre Ríos, donde quedó huérfano de padre. Su formación combina la sabiduría tradicional de las familias hebreas que llegaron a nuestro país en los últimos 20 años del siglo XIX con la educación laica argentina. En 1895 se instaló en Buenos Aires donde ejerció la profesión de periodista, especialmente en el diario La Nación. Su obra más conocida es Los gauchos judíos, donde recopila las historias que vivió en la Colonia Rajil de Entre Ríos. El libro fue publicado en 1910 en oportunidad del Centenario de la República Argentina. En las páginas 73 y 74 de la edición que utilicé se lee la siguiente profecía: “Yo quiero creer, sin embargo, que no siempre ha de ser así (se refiere a la mala reputación de los judíos en la población de las tierras que habitan), y los hijos de mis hijos podrán oír, en el segundo centenario de la República, el elogio de los próceres hebreos, hecho después del católico Te Deum, bajo las bóvedas santas de la catedral...”. Gerchunoff falleció en Buenos Aires en 1950.   
Los fragmentos que siguen pertenecen a Los Gauchos Judíos y fueron tomados de la edición realizada por el Centro Editor de América Latina para la Biblioteca Argentina Fundamental que acompañó la publicación de la obra Capítulo.(1)
¿Cómo se integraron los judíos y el paisanaje enterriano? Simplemente, viviendo la vida en común. Veamos un ejemplo en el capítulo “El boyero” de Los Gauchos Judíos
Don Remigio Calamaco y el sabath
“Don Remigio Calamaco -así se llamaba el boyero de Rajil- era uno de los tipos más característicos de la colonia. Viejo, muy viejo, veíasele siempre a caballo, recorriendo el potrero o bien los alrededores de las quintas, cerca de los sembrados, sus silbidos atravesaban el aire como flechas. Era alto y ancho, rugosa la cara, toda cubierta de cicatrices, larga la melena, larga la barba que el viento agitaba en el tranquilo galope de su pangaré.
”/.../.
”/.../. Así vivía vida simple en Rajil, domaba caballos para los judíos y ayudaba a manear vacas ariscas para ordeñar. Poco pudo comprender los ritos hebraicos. Estimaba a esa gente trabajadora y humilde cuya religión no penetraba. Sabía que el sábado no se hacía fuego y el viernes a la noche iba con frecuencia al rancho del matarife o del alcalde, para apagar o avivar la brasa del horno, donde se cocía para el día siguiente la carne del almuerzo y el pastel dorado en grasa de gallina”(2) 
Notas y Bibliografía: 
(1) 1910, Gerchunoff, Alberto, Los gauchos judíos, Buenos Aires, CEAL, 1968, Capítulo, Biblioteca Argentina Fundamental N° 29.
(2) Ídem, pag. 35, 36-37. 

  

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