sábado, 10 de enero de 2015

Recetas de Gustavo “Cuchi” Leguizamón

Ésta es una recopilación curiosa. En primer lugar, debo decir que no la hice yo, está desparramada en las páginas del libro de la cocina criolla de Juan Carlos Martelli y Beatriz Spinosa(1). Su curiosidad reside en que ignoraba la inclinación del “Cuchi” Legizamón hacia la buena mesa y la cocina.
 Referencia de la imagen(7)  
Hablo de Gustavo Leguizamón que, para mi generación, fue uno de los más célebres compositores salteños de música popular y, para los más jóvenes, tal vez un desconocido... es que murió hace casi de quince años. De modo que esta recopilación servirá para conocer algo más de la cocina salteña de mediados del siglo XX y de la personalidad del ilustre músico que la cultivaba con pasión.  
Digo compositor, cuando hablo del Cuchi, porque es por su producción musical que se lo recordará, sobre todos por las canciones en ritmos folklóricos que compuso con letras de un poeta mayor de aquella provincia argentina, el “Barba” Manuel J. Castilla. Aunque también fue un abogado de brillante carrera en el Poder Judicial de su provincia... bueno, en realidad, le escuché decir en un programa de televisión hace muchos años que, cuando anuncio a su familia que iba estudiar leyes, le dijeron que iba a ser un fracasado porque hacía rato que había perdido el juicio. 
La imagen pertenece al autor
Para justificar mis asertos, baste nombrar algunos de los temas que compuso: Balderrama, Zamba de Juan Panadero, La arenosa, Zamba de Lozano, La pomeña, Zamba de los mineros... El Cuchi no era un músico intuitivo, su formación fue académica, sólida y reflexiva. En un reportaje  que le hiciera Roberto Espínosa 1988, dice:
-Una última pregunta: ¿la música popular puede evolucionar?
-¿Que no va a evolucionar? ¡Cómo hubiera escrito yo la Chacarera de la Muerte si no hubiera conocido a Schoenberg! Lo que sucede es que hay una gran confusión en este país. Todo el mundo cree que el folklore es música documental y que no hay que innovar. ¡Mentira! (se enoja) En la música popular todos tienen derecho de cualquier innovación y se salva el que tiene talento. A ver, yo quiero saber si un compositor de canciones es importante. Veamos si su canción se puede cantar. La música fundamentalmente es canto.”(2)
¿Cómo es que descubro que este gran músico era, además, un sabio cocinero? Fue en el libro de Juan Carlos Martelli, escrito en colaboración con su esposa, Beatriz Spinosa.
Originalmente fue publicado en 1991, Spinosa decidió reeditarlo con unas pocas actualizaciones en 2009, luego de la muerte de su marido. El título expone el intento de alcanzar el nivel de una enciclopedia de la cocina criolla argentina. El resultado final está bastante lejos de ello. Sin embargo, su lectura, además de amable, resulta imprescindible para los exploradores de la cocina nacional de los argentinos. Si bien el texto posee una arista erudita, un tanto imperfecta, por cierto, su mayor mérito reside en la recopilación de recetas que los autores han realizado.
A lo largo de la obra, no dejan de señalar el origen y la autoría de muchas recetas inéditas hasta entonces. Sin embargo, hay dos conjuntos que se destacan sobre las demás: las recetas del cuaderno de Olga Morón de Martelli, madre del autor, y las recetas del Cuchi Leguizamón. Esta últimas fueron tomadas de una conferencia dictada por el “poeta, músico y gourmet salteño” (así lo define Martelli) en la Fundación Gastronómica Argentina(3). Lamentablemente, si bien confío plenamente en que los autores trascribieron fielmente los párrafos de interés de la conferencia, no he podido encontrar que alguien la haya publicado in extenso.          
Alcanzaría con esta conferencia que rescatan Martelli y Spinosa, para dar testimonio del gusto de Leguizamón por la cocina. Sin embargo, encontré un relato adicional que muestra a nuestro personaje en acción. Aunque no puedo asegurar la autenticidad del texto; lo encontré reiteradamente en muchos sitios de la Internet. Si bien todos hacer referencia al sitio Redsalta.com, en él no se exponen citas indubitables sobre su procedencia. Con estos reparos, de allí lo tomo esta anécdota:
De las habilidades gastronómicas repentinas del Cuchi, cuenta Hugo Riera: “Cocinaba una barbaridad. Un día, cuando yo vivía en la calle Santa Fe, me cayó con un surubí en rodajas y me mandó a comprar pomelos y naranjas. ¿Es para el postre? le pregunté. ‘Esperá y ya vas a ver’ me dijo, mientras se remangaba y se aprestaba a preparar el extraño plato. Ponía debajo de la fuente unas rodajas de naranja, luego surubí y así sucesivamente. Me acuerdo que salió un manjar””(4)
Las recetas recopiladas que publico en respectivos artículos son: Charqui, Ropa vieja, Gallina en grasa, Grasita colorada y Dulce de sandía. El artículo sobre el charqui reviste un interés particular porque alienta la posibilidad de preparar esta conserva en Buenos Aires. En un artículo crítico sobre el libro de Martelli, he señalado el injusto trato que recibe doña Petrona(5). A pesar de que sólo se refieren a ella de manera elíptica, no consideran que el recetario de esta ilustre santiagueña pueda ser catalogado como un libro de cocina criolla argentina. Sin embargo, la señora de Gandulfo ofrece recetas de Charqui, Ropa vieja, Salsita para acompañar locro, Dulce de sandía. También, encontré una receta de Chatasca, preparación que utiliza el charqui como ingrediente principal(6). 
La conferencia que las contiene fue dictada antes de 1991 y las referencias a la cocina de su madre del disertante permiten datar la práctica de las recetas en la sociedad salteña entre 1925 y 1985.
Notas y referencias:
(1) 1991, Martelli, Juan Carlos y Spinosa, Beatriz, El libro de la cocina criolla, Buenos Aires, Edicol. 
(2) 1988, Espinosa, Roberto, Al sueño del "Cuchi" nadie lo puede enlazar, leído el 1° de marzo de 2014 en http://www.raicesargentinas.com.ar/Notas/reportajes/cuchi.htm .
(3) 1991, Martelli, Op. Cit., pag. 37.
(4)  Publicada en http://www.redsalta.com/elcuchi/anecdotas.htm, leída en 28 de febrero de 2014.
(5) 1991, Martelli, Op. Cit., pag. 17.
(6)  Charqui en 1934, Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires, 1958, edición 52°, pp. 283-284. Ropa vieja en ídem, pp. 322-323. Salsita para acompañar locro en ídem, pp. 149-151. Dulce de sandía en ídem, edición 102°, pag. 768. Chatasca en ídem, pag. 284.


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