sábado, 26 de abril de 2014

Guiso de arroz de la tía Mari

Mi prima Nancy dice que, cuando era chica, estas preparaciones de su madre estaban de moda.(1) Estos guisos fueron, en todo caso, una moda prolongada. Esta es una de las pocas recetas que la tía Mari aprendió de su madre. La abuela de Nancy había llegado muy joven desde España y era poco lo que sabía cocinar. Es por ello que la tía aprendió algunas recetas básicas de su madre y el resto de recetarios, revistas y programas de radio y televisión.(2)  
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Mi madre también preparaba guisos. Alternaba el arroz con fideos que entonces llamábamos mostacholes y hoy llamaríamos pennes. Pero la variante más apreciada por las madres, tías y abuelas era guiso de arroz con menudos de pollo. Las cocineras apreciaban el valor nutricional que atribuían a estos platos, ideales para el crecimiento de niños sanitos... pero los niños detestábamos esa preparación. Es que el gusto de los menudos era demasiado fuerte y complejo para una edad en la que las milanesas con papas fritas estaban en lo más alto del pedestal de los platos deseables. 
Hoy comería esos guisos que de niño detestaba; pero, si pudiera elegir, me  quedo con el guiso de arroz con carnaza de mi tía Mari. Tengo un vago recuerdo de haberlo probado en la infancia y de haberme sentido atraído por el gusto diferente que tenían en relación con los que preparaba mi madre. 
Guiso de Arroz
Fuente (fecha)
María García (2013)
Ingredientes
Para cuatro personas:
2 cebollas.
1 zanahoria.
½ morrón.
½ kg de carnaza cortada en trozos pequeños.
2 ó 3 papas.
1 tajada de zapallo (opcional).
Puré de tomates.
4 pocillos de arroz.
Caldo o agua.
Sal. Pimienta.
Orégano.
Albahaca.
Comino.
Ají molido.
Preparación
1.- Cortar en juliana o picar las cebollas, freírla en aceite (en una cacerola grande).
2.- Agregar el morón y seguir friendo.
3.- Cortar la carne en cuadraditos y agregar a la preparación anterior (cocinar tapado para que la carne largue todo su jugo).
4.- Agregar las papas, el zapallo y la zanahoria cortados también en cuadraditos.
5.- Agregar el puré de tomates (más o menos media lata) y seguir cocinando.
6.- Incorporar agua o caldo, debe quedar con mucho líquido.
7.- Agregar, finalmente, el arroz que debe cocinarse totalmente en esta preparación para que tome el gusto a la carne y a las verduras. No debe secarse nunca, es preferible que quede con “jugo” al que después podemos pasarle pan.
8.- Condimentar con pimienta, orégano, albahaca, comino y ají molido… se le puede poner en pequeñas proporciones de todo un poquito.
9.- Al servir (ya en el plato) agregar queso rallado.
Comentarios
De Nancy:
“Acotación: en casa también se hacía pollo y generalmente se elegían las presas (cosa que seguimos haciendo) que tenían poca carne, las otras se hacían (se hacen) al horno.”(3) 
Notas y bibliografía:
(1) 2013, Aiscurri, Nancy, correo-e de la autora del 20 de agosto de 2013.
(2) 2013, Aiscurri, Nancy, correo-e de la autora del 25 de agosto de 2013.
(3) 2013, Aiscurri, Nancy, correo-e de la autora del 30 de agosto de 2013.

Pastel de Vitina

La marca Vitina es muy conocida en La Argentina. Se trata de un producto complejo, básicamente harina y sémola de trigo enriquecidas con distintos productos. Las amas de casa siempre le reconocieron un alto valor nutricional, en especial para la alimentación infantil. De modo que, la elección del producto por parte de mi tía Mari, cuando mis primos atravesaban la infancia, tiene allí sus fundamentos. Por otra parte se trata de un producto que permite una utilización rápida porque se encuentra precocido.  
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Mi prima Nancy recuerda este plato como uno de los más placenteros de su infancia(1). En un formidable desarrollo de marketing, la empresa elaboradora no sólo destacaba al valor nutricional del producto y la practicidad de su uso en la cocina en las publicidades que hacía, sino también en la difusión de un recetario específico. De allí sacó mi tía esta receta… Nancy nos aclara el punto:
“Este pastel efectivamente es del recetario Vitina, casi con seguridad el original es con carne, después mi madre modificó los rellenos y personalmente el que más me gusta es el de pescado (filete de merluza). Seguimos haciendo este plato en invierno, es un plato con muchas calorías.”(2)
Pastel de Vitina
Fuente (fecha)
María García (2013)
Ingredientes
Relleno 1:
¾ kg de carne picada.
1 cebolla.
2 huevos duros.
1 morrón.
Relleno 2:
¾ kg de filete de merluza.
1 cebolla grande.
1 morrón.
2 huevos duros.
Relleno 3 (especial para niños):
1 lata de puré de tomate.
Aceite
Orégano.
10 salchichas.
1 cebolla grande.
½ morón.
2 huevos duros.
Vitina:
1 lata chica de morrones.
250 cc de leche.
250 cc de agua.
100 g de Vitina.
2 yemas.
Queso rallado.
Sal.
Pimienta.
Preparación
1.- Cortar la cebolla y dorar en aceite.
2.- Agregar la carne, los huevos duros picados y los morrones cortados en tiritas y cocinar. Condimentar con sal y pimienta.
3.- Aceitar una fuente para horno y poner la preparación anterior.
4.- Licuar la leche y el agua con medio morrón de lata.
5.- Poner la mezcla en una cacerola o sartén. Agregar la Vitina y cocinar 5 minutos a fuego suave, revolviendo continuamente para que no se hagan grumos.
6.- Retirar del fuego, agregar abundante queso rallado y las yemas.
7.- Cubrir con esto la preparación anterior.
8.- Espolvorear con queso rallado y gratinar en horno hasta que se vea doradito.
Relleno 2:
9.- Procedimiento similar al anterior.
Relleno 3:
10.- Preparar una salsa como si fuera para una pizza.
11.- Antes de sacar del fuego agregar las salchichas y cocinar un ratito.
12.- Por último, agregar los huevos duros cortados en rodajas.
13.- Seguir los pasos 3 a 8. 
Notas y bibliografía:
(1) 2013, Aiscurri, Nancy, correo-e del 20 de agosto de 2013.
(2) 2013, Aiscurri, Nancy, correo-e del 30 de agosto de 2013.

sábado, 19 de abril de 2014

Pollo de la tía Mari

Esta receta es de mi tía Mari que vive en Olavarría con su familia, la envió su hija Nancy con esta explicación:
“Cuando éramos chicos, en casa se criaban pollos para el consumo familiar. Eran alimentados la mitad con maíz y la mitad con alimento balanceado. Estaban para consumirlos cuando pesaban alrededor de 4 kg. Se pueden hacer muchas comidas con pollo, pero a poco andar te aburren. Mi papá (asador profesional, cuando asaba para las cenas o almuerzos de la cooperativa, traía pollo asado a la parrilla que se comía frío con ensalada o se hacían empanadas o… o…, mi madre ya no sabía como disfrazarlo, entonces comenzó a hacer el “Pollo al horno a la María” con los pollos que criábamos en casa.”(1) 
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La receta es muy clara. Parece sencilla, sólo hay que intentarlo. He comido en mi casa de Mataderos alguna preparación parecida. Pero el gran secreto de mi tía Mari, lo que azuza los recuerdos de mi prima Nancy, debe estar en que los pollos que usaban eran caseros.
Pollo de la tía Mari
Fuente (fecha)
Receta de María García (2013)
Ingredientes
1 pollo grande.
1 limón.
2 cebollas.
1 morrón rojo.
Aceite.
Sal.
Pimienta.
Condimentos a gusto.
Preparación
1.- Trozar el pollo separando bien cada una de las presas.
2.- Rociar con limón y condimentar con pimienta, provenzal, albahaca y orégano a gusto.
3.- Colocarlo en una asadera para horno, cortar en juliana la cebolla y el morrón, distribuirla encima del pollo.
4.- Llevar al horno, cocinar lentamente y luego un golpe de calor para dorar.
5.- Se acompaña con papas cortadas y horneadas en la misma asadera o aparte (según el gusto).
6.- Es muy sencillo de preparar, sólo hay que darle un vistacito cada tanto y sale muy rico.
Notas y bibliografía:
(1) 2013 Aiscurri, Nancy, correo-e del 14 de agosto de 2013.




Flan casero de la tía Mari


Nancy me envía esta receta, explicando que era:
El postre que hacía mi madre cuando era chica, después lo hice yo y ahora le toca a Mariana...”(1)
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Unos días después, Nancy me envía estos comentarios:
No recuerda mi madre de donde obtuvo esta receta. De chica, en el campo, lo que se consumía era sémola con leche. Lo más probable es que la haya escuchado o leído. Por televisión no creo porque es algo que recuerdo que hacía cuando yo era muy pequeña.”(2) 
Flan casero de la tía Mari
Fuente (fecha)
María García (2013)
Ingredientes
6 huevos.
1 taza de azúcar.
1 litro de leche.
Preparación
1.- Batir muy bien los huevos, agregar la taza de azúcar y el litro de leche.
2.- Acaramelar una budinera o un molde savarin y verter en ella la preparación anterior.
3.- Cocinar en horno medio a bañomaría hasta que se vea una capa dorada
Comentarios
De Nancy:
1.- Para acaramelar el molde: “Cubrís el fondo del molde con azúcar común, lo llevas a fuego lento, lo vas moviendo a medida que se va derritiendo. Cuando está totalmente derretido y color caramelo (es un marroncito dorado), lo distribuís en caliente por todo el recipiente. A medida que lo vas corriendo se va enfriando y pegando a todo el molde. Después, abrís una canilla de agua fría y le hechás agua del lado de afuera del molde. Vas a sentir el ruido, es que se enfría totalmente y se parte; pero queda pegado. Después, en la medida que se cocina el flan, se va mezclando y le da un sabor especial, y cuando lo cortás para servirlo, en el fondo tenés un líquido que usás a modo de “salsa”.”
2.- “Un día se me ocurrió cambiarle el gusto, puse la leche a calentar y le agregué café de filtro. Cuando estaba casi a punto de hervir, apagué la cocina, lo colé y lo dejé enfriar. Para ser más clara, hice el flan en lugar de sabor a vainilla (que es más o menos el gusto que tiene), con café con leche. El gustito a café que le dio fue espectacular. También podés agregarle cacao a la leche y podés cambiarle el sabor con diferentes esencias (vainilla, frutilla, chocolate, etc).”(3)
Notas y bibliografía:
(1) 2013, Aiscurri, Nancy, correo-e del 20 de agosto de 2013.
(2) 2013, Aiscurri, Nancy, correo-e del 30 de agosto de 2013.
(3) Idem.


sábado, 12 de abril de 2014

Las tardecitas de verano en Dudignac. La cocina de la tía Mari

Desde que tengo recuerdos, y hasta los trece años, pasaba mis vacaciones en una chacra de 12 de Octubre. Se trata de un pequeño pueblo que está en el Partido de 9 de Julio a unos 30 km de la ciudad del mismo nombre. Pasaba muchos días en la chacra con mis abuelos y tíos. También íbamos algunos días a la ciudad. Allí veíamos a los parientes y paisanos de mis abuelos riojanos. Pero, la fiesta, lo que se dice la gran fiesta, era en aquellos fines de semana en que me encontraba con mis primos Carlos y Luis Aiscurri, y con ese piojito que deambulaba por ahí, mi prima Nancy, varios, por no decir unos cuantos, años más joven que nosotros. Ellos vivían en Dudignac, un pueblo importante y bello, también en el Partido de 9 de Julio.

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La recorrida por las calles en las tardecitas de verano es, aún hoy, un recuerdo indeleble. Es que Dudignac era, y es, un pueblo con magia. Había magia en los atardeceres; había magia a la hora de la siesta, cuando mis primos contaban las extraordinarias historias de rayos cayendo desde el cielo como fatídicas bolas de fuego (relato que provocaba el asombro de este porteño que creía que los rayos se agotaban en el cielo); había magia en las calles, cuando por la mañana íbamos a ver las máquinas viales que habían enviado desde 9 de Julio para llevar el pavimento a Dudignac (ahora que lo pienso, serían épocas de elecciones porque cada tanto las máquinas eran enviadas por la Municipalidad y, pasado un tiempo, retiradas sin que las obras se realizaran). Había magia en la cocina cuando la familia se juntaba a comer.

Mi tía Mari y mi tío Luis eran excelentes anfitriones. La reunión familiar en torno de la mesa era invariablemente cálida. Detrás, en una de las paredes había un diploma con una foto de mi tío Luis vestido de granadero de San Martín. No, no se había disfrazado, era su diploma del servicio militar cumplido en el Regimiento N° 1 de Caballería que la familia exhibía con patriótico orgullo.

Ahora, después de muchos años, intento reconstruir qué ponía mi tía Mari sobre la mesa, qué era lo que cocinaba. Para hacerlo, recurro a la ayuda de su hija, mi prima Nancy.
Veamos parte de su relato:
Hola Mario, vos me preguntás si recuerdo que cocinaba mi madre cuando yo era chica, y yo te digo, ¡Cómo no recordar, si mi madre sigue cocinando y muchas veces haciendo lo que a mí me gustó siempre! Pero te puedo contar que lo que más recuerdo de cuando era chica es el "olorcito" a recién hecho. ¿Te das cuenta de que hablo verdad? En casa, éramos seis. Mi madre y mi padre trabajaban duro, pero había que estirar el dinero para llegar a fin de mes. Los tres íbamos a la escuela y, a los tres, con mucho sacrificio, nos mandaron a la Secundaria... Las comidas eran sencillas, pero yo llegaba a casa y el olfato me decía “pucherito”, olorcito a choclo (y era olorcito a choclo), olorcito a guiso de arroz, olorcito a pollo criado en casa, a churrascos gruesos (muy jugosos pero bien cocinados), las papas fritas (en grasa) y los huevos fritos de la pre-hora (porque ese día almorzaba antes), olorcito a pastel de vitina... todos manjares, mi padre hacía unas quintas que ni te podés imaginar: los tomates recién cortados, los morrones que dejaban “perfumada” la heladera, las zanahorias con gusto a zanahoria... no se te borran más de la mente esos “olores”.”(1)

...y, al día siguiente, agrega:

Vos contás que no podés recordar bien que ponía tu tía en la mesa, yo te digo que lo más probable es que pusiera tallarines (de los que tengo una anécdota que te contaré en la que interviene tu padre) o ravioles hechos por sus manos, porque, si no era un asado hecho por mi padre, la mejor manera de agasajarlos eran pastas caseras.”(2)
Yo también recuerdo esas sensaciones... luego la vida siguió. Carlos se recibió de contador público en Olavarría y, poco a poco, toda la familia se desplazó hacia esa ciudad. Allí viven mi tía y mis primos; pero Dudignac y 9 de Julio siguen siendo los lugares entrañables que Nancy frecuenta.  

Estuve en Dudignac hace poco, en 2012. Las calles están pavimentadas y la ciudad apacible conserva su belleza casi virginal. La casa de mis tíos sigue estando allí, frente a la cancha de fútbol... y, un poco más allá, como era entonces, las casas se terminan y la llanura se extiende verde, limpia, apacible.

Apreciados lectores, ahora les propongo un viaje en el tiempo y el espacio para que volvamos a sentarnos a la mesa de mi tía Mari en Dudignac y disfrutemos de su guiso de arroz, su pollo al horno, sus morrones rellenos, su pastel de Vitina y alguna que otra preparación dulce. Nos lleva de la mano mi prima Nancy que, además de ser una anfitriona impecable, tiene una enorme capacidad didáctica para explicarnos el origen de cada receta y el porqué de las modificaciones que la familia fue introduciendo en ellas a lo largo de los años... ¡Qué más podemos pedir!
Notas y bibliografía:
(1) 2013, Aiscurri, Nancy, correo-e del 19 de agosto de 2013.

(2) 2013, Aiscurri, Nancy, correo-e del 20 de agosto de 2013.

Tallarines con tuco de la tía Mari


En tren de agasajar visitas, era costumbre en los años sesenta en Buenos Aires preparar masa casera. Allí el ama de casa lucía sus dotes de cocinera y empeñaba el amor que sentía por los invita en la preparación de la masa. Los tallarines con tuco compartían esta función con la de agasajar a la propia familia en el almuerzo de los domingos. Pero el mayor de los agasajos era preparar ravioles con estofado de pollo.  

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Claro que la costumbre no se limitaba a la ciudad, mi tía Mari amasaba cada vez que íbamos a su casa en Dudignac (partido de 9 de Julio, Provincia de Buenos Aires). Con su hija Nancy nos empeñamos enrecuperar las recetas de aquella cocina. La tarea no fue demasiado difícil porque la tía sigue preparando muchas de aquellas recetas casi sin variantes... en fin, no puede zafar de las prescripciones de los médicos que restringen considerablemente el uso, entre otras cosas, de la sal o de las grasas. A su vez, Nancy, cuando cocina introduce algunas pocas variantes, muy pocas, por cierto, dictadas por su gusto personal que, en algunos casos, ha ido desarrollando a partir de nuevas tendencias culinarias que se expresan a través de la televisión.
Pensando en la idea de agasajo a las visitas, Nancy eligió esta receta de la tía. ¿Por qué? Veamos sus razones:
La receta que voy a pasarte hoy, es una de mis "preferidas" de chica. Era generalmente el almuerzo de los domingos, a veces, también el agasajo a determinados invitados, sencillo, elaborado, pero fácil y muy apetitoso.
Tallarines CASEROS con tuco”(1)


Nancy confiesa que ha introducido algunos cambios en la receta. Por ejemplo, cambió el palote de amasar y la cuchilla por la Pastalinda. Sigue diciendo en su correo-e:
Era un placer ver a mi madre estirar con una botella (que usaba como palote de amasar). La masa quedaba bien fina y parejita. La cortaba con una cuchilla, con una velocidad que el que la observaba pensaba en uno de los cortes va un dedo... Los tallarines salían todos iguales, era increíble; pero... apareció la Pastalinda y ya me desacostumbré a cortar con el cuchillo y se me terminó el placer de verla cortarlos.”


Tallarines con tuco
Fuente (fecha)
María García (2013)
Ingredientes
Masa:
1kg de harina 0000.
2 huevos.
2 cucharadas colmadas de aceite.
Salmuera (agua tibia con sal) para unir. Nancy la reemplaza con agua tibia sin sal (no indica la proporción).
Tuco:
3 o 4 cebollas grandes.
1 morrón.
2 zanahorias medianas.
Puré de tomates.
Agua, si es necesario.
1 peceto (de 1 y ½ kg., más o menos) o un trozo de cuadril.
Especias para condimentar.
Sal.
Preparación
Masa:
1.- Poner en un bol la harina, ahuecar en el centro y poner los dos huevos y el aceite.
2.- Agregar de a poco agua y unir con un tenedor. Seguir agregando agua hasta que no quede harina seca, pero cuidando que la masa no se ablande demasiado.
3.- Volcar la preparación en la mesa o mesada y amasar con las manos. Tiene que quedar una masa que se pueda estirar, ni muy dura ni muy blanda.
4.- Estirar fina con palote o hasta el número 6 con la Pastalinda (esto es a gusto del consumidor). Una vez estirada, corta a gusto.
Tuco:
1.- Cortar las cebollas en juliana y picarlas bien (a gusto).
2.- poner a cocinar en aceite hasta que se doren.
3.- Agregar el morrón también cortado o picado y las zanahorias ralladas.
4.- Cuando esto está cocido a fuego lento para que no se queme ni se pegue, agregar el peceto o cuadril.
5.- Dejar cocinar una media hora y luego agregar puré de tomates y agua si fuera necesario.
6.- Condimentar a gusto: pimienta, albahaca, orégano, especias surtidas, etc...
Comentarios
Comentarios de Nancy:
1.- El peceto o cuadril pueden mecharse (a gusto), haciendo algunos cortes con un cuchillo y llenando el hueco con ajo, perejil, morrón, zanahorias picadas bien chiquitas. En este caso, es necesario sellar la carne (en una olla con aceite a fuego fuerte, dorar de ambos lados) antes de iniciar el procedimiento de preparación del tuco.
2.- Se inclina por el cuadril, porque es muy rica para acompañar las pastas también. Si se hace en pequeños trozos la carne se cocina de más, se deshace y no es rica para comer, sólo sirve para dar gusto.
3.- Para que el tuco salga delicioso debe cocinarse a fuego muy lento, lleva por lo menos tres horas.(2)
4.- Mi madre supone que el tuco lo aprendió a hacer de mi abuela, y los tallarines, seguro de una de las hermanas mayores porque mi abuela no amasaba; pero no lo recuerda con seguridad.
5.- Los tallarines se hacen con salmuera, pero no interpretaste mal, yo hago salmuera sin sal, jajaja. En cuanto a la proporción, es complicado poner una cantidad, generalmente tomo una taza y la lleno de agua tibia, pero la vas agregando de a poco para tomar la masa. Después tenés que “meter las manos” y, al tacto, te vas dando cuenta hasta donde tenés que agregar agua, porque para poderla amasar no tiene que estar ni dura ni blanda.(3)


Nancy completa su receta con la siguiente anécdota de su infancia:
Va la anécdota con los tallarines en la que está involucrado tu padre, mi querido padrino.
En un almuerzo en casa, mi madre había preparado tallarines. Ella los servía en una gran fuente, donde les ponía tuco. La llavaba a la mesa y servía en cada uno de los platos la primera vez. La fuente quedaba en el centro de la mesa y cada uno volvía a servirse cuando terminaba su porción. Se servía con un tenedor y una cuchara y se empezaba de un lado de la fuente, o sea que quedaba la mitad de la fuente vacía y la otra mitad con tallarines hasta el tope. Mi madre le dijo a tu padre, servite, le corrió la fuente para que le quedara cerca y dio vuelta la cuchara y el tenedor. Entonces tu padre le dijo: voy a dar vuelta la fuente porque sé que querés guardar lo que sobra para la cena y así no te queda empezado de los dos lados. Obvio, risa general ante la ocurrencia... además porque jamás sobraba para la cena, sólo quedaba lo que llamábamos la porción de la vergüenza, hicieras la cantidad que hicieras.”(4)

Notas y bibliografía:
(1) 2013 Aiscurri, Nancy, correo-e del 21 de agosto de 2013.
(2) 2013 Aiscurri, Nancy, correo-e del 22 de agosto de 2013.
(3) 2013 Aiscurri, Nancy, correo-e del 22 de agosto de 2013.
(4) 2013 Aiscurri, Nancy, correo-e del 21 de agosto de 2013.






sábado, 5 de abril de 2014

Marinos malouinenses en el Río de la Plata (1763)

José Luis Busaniche fue un notable historiador argentino. Nació en Santa Fe de la Veracruz, capital de la Provincia de Santa Fe, en 1892 y falleció en San Isidro, Provincia de Buenos Aires, en 1959. Sus obras más importantes están relacionadas con los bloqueos franco – británicos de 1838 y 1843, el papel que jugó la Provincia de Santa Fe en esas circunstancias, el Gobierno de Juan Manuel de Rosas y la construcción del federalismo argentino. En 1938 publica un libro de lecturas históricas argentinas que reedita en 1959 con el título de Estampas del Pasado(1). Este libro ha servido de inspiración para la sección “Rescolos del Pasado” de El Recopilador He rescatado varios textos de la colección, reproduciendo parte de las prolija referencias de Busaniche.    
Antonio José Pernety benedictino francés (1716-1801) que fue capellán de Bougainville en su expedición a las Islas Malvinas (1763)(2). 
El gobernador Viana agasaja a los marinos malouinenses en las afueras de Montevideo
“Hemos comido muchas veces en la casa del Gobernador, que nos ha dado almuerzos y comidas tan espléndidas, como las que permite el país; los platos son preparados según la costumbre, es decir, la mayor parte con grasa refinada de vaca, la cual se sirve en vez de aceite y manteca, y sazonada con tanta pimienta y carthamo hasta dejar completamente cubiertas las comidas; sin embargo, teníase bastante cuidado de no poner estas especias en todos los platos. Los vinos de España y de Chile eran los que nos servían de bebidas; la vajilla toda era de plata maciza, aun cuando también la había de porcelana. Un mantel muy corto cubría la mesa y las servilletas eran un poco más pequeñas que los pañuelos medianos, con fleco, naturalmente, o para hablar correctamente, deshilachados por los dos extremos.
“Los españoles no beben, ordinariamente, más que agua en las comidas, trayéndose cada uno, a los postres, una copa de vino, aun sin solicitarla. Cuando nosotros pedíamos vino con agua, se nos traía separadamente y era necesario beberlo de ese modo. 
“El vino de Chile tiene un color semejante a una porción de ruibarbo y de sen; su gusto se le aproxima bastante. Ese sabor puede ser debido al terreno donde se produce o más bien al cuero de cabra en los cuales se lo transporta. En todo el Paraguay no se bebe otra cosa, haciéndose uno, bien pronto, a su gusto y encontrándolo bueno después de algunos días.”(3)         
Notas y Bibliografía: 
(1) 1959, Busaniche, José Luis, Estampas del pasado, lecturas de historia argentina, Buenos Aires, Hyspamérica.
(2) 1769, Pernety, Antonio José, “Descripción de Montevideo durante la gobernación del Mariscal don José Joaquín de Viana (1763-1764)”, en Historie d'un voyage aux isles Mallouines. Fait en 1763 et 1764. Avec des observations sur le detrioit de Magellan et sur le Patagon, Paris, 1770.
(3) Busaniche, José Luis, Op. Cit., pp. 196-197.