sábado, 19 de mayo de 2012

En la intimidad del toldo de Mariano Rosas

Lucio V. Mansilla (1831-1913), militar y escritor argentino, es reconocido como uno de los mayores exponente de la llamada Generación del 80. Entre sus obras más importantes se encuentra Una excursión a los indios ranqueles, donde expuso las experiencias obtenidas en la expedición que encaró en 1867 bajo directivas del Gobierno Nacional. La técnica utilizada para relatarlas es el uso de un estilo epistolar. Efectivamente, los capítulos tienen la forma de cartas dirigidas a un amigo, Santiago Arcos; pero sólo se representa en él un destinatario retórico, un recurso para justificar el estilo.
El fragmento que se presenta a continuación describe una comida íntima con Mariano Rosas, el cacique de los ranqueles, en su toldo. Después de describir con admiración el toldo ranquel y compararlo con el rancho desprovisto de los gauchos, se pregunta ¿cuál es el verdadero sentido de la civilización? El servicio de comidas fue abundante. Primero, puchero con choclos y zapallo; luego, carne asada y, finalmente, sandías .
“Las chinas se levantaron y se pusieron en movimiento. En el medio del toldo había tres fogones en línea y en cada uno de ellos humeaban grandes ollas de puchero y se tostaban gordos asados.
“Un toldo es un galpón de madera y cuero. Las cumbres, horcones y costaneras son de madera; el techo y las paredes de cuero de potro cosido con vena de avestruz. El mojinete tiene una gran abertura; por allí sale el humo y entra la ventilación.
“Los indios no hacen nunca fuego al raso. Cuando van a malón tapan sus fogones. El fuego y el humo traicionan al hombre en la Pampa, son su enemigo. Se ven de lejos. El fuego es un faro. El humo es una atalaya.
“Todo toldo está dividido en dos secciones de nichos a derecha e izquierda, como los camarotes de un buque. En cada nicho hay un catre de madera, con colchones y almohadas de pieles de carnero; y unos sacos de cuero de potro colgados en los pilares de la cama. En ellos guardan los indios sus cosas.
“En cada nicho pernocta una persona.
“De las teorías de Balzac sobre los lechos matrimoniales, los indios creen que la mejor para la conservación de la paz doméstica es la que aconseja cama separada.
“Como ves, Santiago amigo, el espectáculo que presenta el toldo de un indio, es más consolador que el que presenta el rancho de un gaucho. Y no obstante, el gaucho es un hombre civilizado. ¿O son bárbaros? ¿Cuáles son los verdaderos caracteres de la barbarie?
“En el toldo de un indio hay divisiones para evitar la promiscuidad de los sexos: camas cómodas, asientos, ollas, platos, cubiertos, una porción de utensilios que revelan costumbres, necesidades.
“En el rancho de un gaucho falta todo. El marido, la mujer, los hijos, los hermanos, los parientes, los allegados, viven todos juntos y duermen revueltos. ¡Qué escena aquélla para la moral!
“En el rancho del gaucho, no hay generalmente puerta.
“Se sientan en el suelo, en duros pedazos de palo, o en cabezas de vaca disecadas. No usan tenedores, ni cucharas, ni platos. Rara vez hacen puchero, porque no tienen olla. Cuando lo hacen, beben el caldo en ella, pasándosela unos a otros. No tienen jarro, un cuerno de buey lo suple. A veces ni esto hay. Una caldera no falta jamás, porque hay que calentar agua para tomar mate. Nunca tiene tapa. Es un trabajo taparla y destaparla. La pereza se la arranca y la bota.
“El asado se asa en un asador de hierro, o de palo, y se come con el mismo cuchillo con que se mata al prójimo, quemándose los dedos.
“¡Qué triste y desconsolador es todo esto! Me parte el alma tener que decirlo. Pero para sacar de su ignorancia a nuestra orgullosa civilización, hay que obligarla a entablar comparaciones.
“Así se replegará cuanto antes sobre sí misma, y comprenderá que la solución de los problemas sociales de esta tierra es apremiante.
“La suerte de las instituciones libres, el porvenir de la democracia y de la libertad serán siempre inseguros mientras la masas populares permanezcan en la ignorancia y atraso.
“/.../.
“A los cinco minutos de estar en el toldo nos sirvieron de comer. A cada cual le pusieron delante un gran plato de madera con puchero abundante de choclos y zapallo, cubiertos -cuchara, tenedor, cuchillo- y agua.
“Las cautivas eran las sirvientas. Algunas vestían como indias y estaban pintadas como ellas. Otras ocultaban su desnudez en andrajosos y sucios vestidos.
“¡Cómo me miraban estas pobres! ¡Qué mal disimulada resignación traicionaba sus rostros! /.../.
“Yo no había comido más que un churrasquito, desde el día antes; el puchero estaba muy apetitoso y bien condimentado. Me puse, pues, a comer con tanta gana como anoche en el Club del Progreso. Y como no habían olvidado los trapos, como olvidaron las servilletas allí, lo hice como un caballero.
“Terminado el puchero, trajeron asado, después sandías.
“Estábamos en los postres, cuando volvió a presentarse el negro con su inseparable acordeón. /.../.
“Conversábamos como en un salón, cada uno con quien quería.
“Los indios no dan cigarros a los cristianos que están de visita. Para fumar yo, tuve que regalar de los míos a todos.
“Los indiecitos nos alcanzaban fuego, y cuando se quedaban jugando o distraídos, Mariano los aventaba diciéndoles: Salgan de ahí, no falten al respeto a sus mayores, eran sus palabras casi textuales. Observé que eran en este sentido bien criados.”
Notas y bibliografía:
(1) Mansilla; Lucio V.; Una Excursión a los Indios Ranqueles; cap. XXXV, 3° edición, Juan A. Alsina editor, Buenos Aires, 1890, leído el 10 de setiembre de 2011 en Proyecto Biblioteca Digital Argentina, http://www.biblioteca.clarin.com/pbda/cronicas/ranqueles/ranqueles_35.html)

4 comentarios:

  1. Gracias, Natxus, por tus comentarios.
    Mansilla decía que había que dejarse seducir por la barbarie... y daba sus razones, ¿no te parece?

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    1. Es que siempre se termina dudando acerca de quienes representan la barbarie...

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    2. Natxus: Tenés que leer el libro completo de Mansilla y después enfrentarte con el filósofo que aceptó el reto: Gunter Rodolfo Kusch.

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