sábado, 9 de diciembre de 2017

La mesa como signo de civilización (1887)

Los textos que se exponen a continuación fueron tomados del libro Vida y Costumbres en El Plata de Emilio Daireaux que publicó Felix Lajouane (1) en 1888 (2). El ejemplar que consulté pertenece a la primera edición en castellano (hubo una anterior en idioma francés). La obra se compone de dos tomos. El primero lleva el título “La sociedad argentina” y el segundo, “Industrias y productos”. El Prefacio contiene sendas cartas de Bartolomé Mitre y Julio Argentino Roca con opiniones y comentarios sobre la edición francesa.
Emilio Honorio Daireaux nació en Río de Janerio en 1846 y falleció en París en 1916. Se recibió de abogado en la capital francesa y revalidó su título en Buenos Aires, donde ejerció la profesión durante más de 10 años. El autor afirma que el libro fue escrito para los países extranjeros con la finalidad de dar a conocer en ellos a La República Argentina. Por su parte, la dedicatoria reza: “A mis hijos. Para darles a conocer y hacerles amar el país de su madre, donde nacieron”. El autor se radicó en Francia con su familia a fines del siglo XIX, aunque conservó propiedades en la Provincia de Buenos Aires cerca de la ciudad que lleva su nombre. Algunos de sus hijos se afincaron en La Argentina, administrando esos bienes.
Los fragmentos que se transcriben a continuación pertenecen al primer tomo. Describe las costumbres de las familias a la hora de comer, explica las diferencias que hay entre la ciudad y el campo y concluye con la idea que da título a la presente selección: la mesa es un signo de civilización. No es llamativo que repita la idea negativa del mate como compañero de la ociosidad; pero sí que la prolongue sobre la presunción infundada de que esa bebida carece de facultades nutricionales.
La hora de la comida en la ciudad y el campo
“La mesa es grande y larga, hospitalaria sin lujo y abundantemente provista sin prodigalidad; el huésped da muy rara vez motivo de gastos; y se conoce poco la costumbre de hacer extraordinarios: las familias son bastante numerosas para que puedan hacerse en la mesa uno ó varios huecos ó sitios, sin molestar á nadie, y la vida es bastante desahogada para que la presencia de un extraño no haga cambiar las costumbres ordinarias. En el extremo principal de la mesa se pone el jefe de la familia y junto á él en uno de los ángulos, la madre de familia ó dueña de la casa; cada uno tiene un puesto marcado. La mesa se va alargando con la familia, pero no se estrecha á consecuencia de los matrimonios; los yernos y las nueras siempre tienen su puesto reservado; el padre se convierte en patriarca, á su mesa se sienta todo aquel individuo de la familia que por una razón ó por otra puede tener necesidad de recurrir á esta pasajera ayuda.
”Pero si se sale de las ciudades, donde el comedor es el punto de reunión de la familia, de las aldeas, donde las mesas, sin estar servida con lujo se halla abundantemente provista, hay que perder la esperanza de encontrar no ya la mesa, sino ni una mesa.”
”En el campo, en la cabaña del pastor, reúnense todos alrededor del hogar, cualquiera que sea la estación. Este hogar no es metafórico; es una hoguera siempre encendida ó siempre mantenida lo mismo en verano como en invierno. /…/.” (3)
Notas y Bibliografía: 
(1) Prestigioso editor francés que publicaría, entre otras obra el libro Cocina Ecléctica de Juana Manuela Gorriti que vio la estampa en 1891.
(2) 1888, Daireaux, Emilio, Vida y Costumbres en el Plata, Buenos Aires, Feliz Lajouane.
(3) Ídem, pp. 179.


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