sábado, 15 de abril de 2017

Vajilla en una posta de las Pampas (1826)

Los textos que se exponen a continuación fueron tomados del libro de F. B. Head que publicó Hyspamérica en cuidada edición en 1986(1). Sin embargo, a pesar del cuidado señalado, y a diferencia de otros volúmenes de la Biblioteca Argentina de Historia y Política de la mencionada editorial, éste carece de referencias sobre la edición original que se tomó para la traducción Carlos A. Aldao. Los comentarios sobre la vida y la obra de Head, los he tomado del texto de la contra tapa que también carece de referencias.
Francis Bond Head era un ingeniero militar que fue designado en 1825 como gerente para la Argentina de la Río de La Plata Mining Company, una de las dos empresas que se constituyeron para explotar las riquezas de Famatina. En 1826, cuando el proyecto naufragó, regresó a Inglaterra. Ese mismo año, publicó sus impresiones sobre la Argentina y Chile.
Vajilla en una posta
“Se acercaba la noche y los carruajes no aparecían. Ansiosamente los busqué en el horizonte hasta que oscureció; luego entré en el rancho (a única referencia que hace del lugar es que la posta estaba ubicada en una de las estancias más ricas de las Pampas (2)) y ordené a la mujer que trajese el asado y sopa preparados para los compañeros. Tenía un hambre voraz pues, tan ocupado con los potros, olvidé que no había probado bocado desde el alba. La mujer trajo una sábana sucia doblada en cuatro que tendió sobre una mesita cuadrada, y luego una botella de vino. “¿Tiene un vaso?” “No hay, señor”. “Oh, no importa”, dije, llevando el gollete a la boca. La mujer volvió con la carne cortada en pedazos, en una fuente de peltre -humeaba y parecía muy buena-, y también me dio un poco de pan. Inmediatamente saqué del bolsillo un cuchillo y tenedor en forma de navajas. Me preguntó si necesitaba algo más. “No”, respondí, echando a la boca un pedazo de carne; pero cuando ella transponía la puerta, la hice volver, y le pedí un poco de sal. “Aquí está, señor”, dijo la mujer, al parecer acordándose, y abriendo la mano derecha puso muy tranquilamente sobre la mesa un puñado de sal que destinaba para mí, y como quedara un poco en la palma de la mano, lo sacó rascando con los dedos y parecía resuelta a que yo no perdiera una partícula.
”No había candelero, pero, con la carne, una negrita de siete años, casi desnuda, trajo una vela de baño, torcida, color pasa, que tuvo en la mano todo el tiempo de mi comida. /.../.” (3)
Notas y Bibliografía: 
(1) 1986, Head, F. B., Las pampas y los Andes, Buenos Aires, Hyspamérica.
(2) Ídem, pp. 153.
(3) Ídem, pp. 155-156.


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