sábado, 2 de abril de 2016

Prólogo a nuestro viaje por Europa en 2015

Buenos Aires, abril de 2016
Bien nos enseña Cavafis que un viaje es una oportunidad de aprendizajes, que podés crecer como persona cuando crees que tu propia tierra ya no puede darte más cosas… y, sin embargo, es tan difícil soltar amarras y llevar las espaldas livianas, la mente abierta y el corazón disponible. Es también por eso, y ya lo he dicho muchas veces, que intento recorrer la ciudad en donde vivo con mirada de extraño… Es como un entrenamiento que me prepara para disfrutar cada viaje, viviendo cada experiencia como una aventura de descubrimiento.
 Las imágenes pertenecen al autor
Este último, lo anticipo, me ha dejado muchas: la hermosa sensación de llegar a la Plaza San Marco, cruzando la Laguna Véneta a medianoche y bajo la lluvia; la placentera quietud de las calles de Murano y del barrio de Dorsoduro; el luminoso deslumbramiento de acceder al centro de Catania de noche sin esperar nada de esa ciudad que sólo elegimos para estar de paso; la reveladora presencia aragonesa en la ciudad señorial de Modica; la apacible brisa en los parques del Monte Palatino; las vides doradas por el otoño en Borgoña; la expectativa de mareas en la luna llena de Saint Malò; las murallas sombrías de Carcassona; la frescura de oasis de La Alhambra; la profunda sensibilidad flamenca del cante en Jerez de la Frontera; el mar abierto hacia nuestra América en Cádiz y San Lucar de Barrameda; la majestuosa Catedral emergiendo de una mezquita inmaculada en bellísima ciudad de Córdoba; la presencia de los celtas que llevo en la sangre en los restos arqueológicos de Contrebia Leukade; la plenitud inconmovible de la tierra entrañable en la Villa de Igea; la vocación de regreso que viví recién en Madrid.
Es un puñado de sensaciones de seguir viajando que trataré de transmitir en las próximas páginas y que he vivido intensamente al componerlas.


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