sábado, 31 de mayo de 2014

Buñuelos

Como podemos ver en otras recetas de esta colección, las descripciones parecen basarse en supuestos. Da la sensación de que las mujeres dominaban las técnicas y sólo consultan las recetas para ver la combinación de ingredientes. De este modo, las recetas no se pueden practicar, si el cocinero carece de conocimientos previos que resultan necesarios en el momento de llevarlas a la práctica.  



Los buñuelos formaban parte de las experiencias culinarias de la familia. Mi madre los preparaban, mis tías también. Era una comida de domingo a la tarde... no, no, mejor era comerlos los sábados a la tarde cuando los hombres volvían de la cancha de Nueva Chicago después del partido. 
Buñuelos
Fuente (fecha)
Ingredientes
Leche: cantidad suficiente.
Harina.
Huevos: 6.
Grasa.
Agua.
Azúcar.
Preparación
1.- Se dejará hervir suficiente cantidad de leche.
2.- Se agrega la harina.
3.- Se revuelve permanentemente hasta que está dura. Entonces se saca y se deja enfriar.
4.- se amasa con las manos sobre la mesada.
5.- Se separan 6 yemas y se baten. Por separado se bate las 6 claras.
6.- Se agregan las yemas a la masa y se revuelve para mezclarlas.
7.- Se agregan las claras y se sigue revolviendo.
8.- Se tiene una sartén en el fuego con mucha grasa.
9.- Se coloca poca masa en la sartén y se cocinan rápidamente.
10.- Se quitan de la sartén y se los moja en almíbar que se hace con agua y azúcar.
Ajuste personal
Sólo realicé algunas correcciones gramaticales que me parecieron oportunas.
Comentarios
1.- No se indica cuánto es suficiente cantidad de leche, ni en qué tipo de recipiente se dejará hervir.
2.- No se indica la cantidad de harina, ni la proporción que guarda con la cantidad de leche.
3.- No se entiende cuál es el punto de la cocción de la harina. ¿Qué significa que se cocina hasta que “está dura”?
4.- ¿De dónde se saca la masa? ¿Del fuego? ¿Del recipiente en que se la cocinó?
5.- No se aclara el punto de batido de las yemas y de las claras.
6.- No se explica cómo se hace el almíbar, ni las proporciones de agua y azúcar.

No recuerdo con precisión cómo se hacía los buñuelos en casa, pero sí me parece que la masa no se preparaba en cocción. En una búsqueda apresurada, encontré esta receta del restaurante Lur Maitea de Madrid. Allí la masa se prepara a la manera del recetario de la familia Flores(1).  Sin embargo, en la colección Recetas de Argentina encontré la que propone Laura, lleva por título Buñuelos de Manzana(2). Ésta se aproxima al recuerdo familiar por dos razones: porque tiene manzanas y porque la masa se prepara en crudo.
Intrigado, consulté algunos recetarios más. Encontré que en los textos españoles la masa se cocina(3) y en los argentinos, no(4). ¿Se trata de dos recetas distintas o de una evolución? En este último caso, ¿dónde o cuándo se habrá operado el cambio?, ¿sobre qué influencias se habrá montado? No lo sé… Lo cierto es que en la receta que aquí publico, la masa recibe una cocción en el momento de su preparación…
Notas y bibliografía:
(2) Leída en http://recetasdeargentina.com.ar/bunuelos-de-manzana/ el 10 de agosto de 2013.
(3) 1892, S/A, El cocinero práctico, Madrid, Saturnino Calleja, 12° edición, pp. 377.
(4) 1934, Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires, 1958, edición 52°, pp. 507.
  

Salsa para tallarines

La receta lleva por título “Modo de  hacer tallarines”(1). Rápidamente nos evoca la idea de cómo amasar los tallarines caseros; pero no es así. Sólo se trata de la receta de una salsa. Además, no nos indica a qué pasta se aplica (pasta asciutta o fresca, casera o industrial, etc.).

 La imagen es propiedad del autor
Dudé en incorporarla por la confusión que podría provocar, pero opté por incluirla porque esta salsa puede decirnos muchas cosas de cómo era la cocina hogareña a fines del siglo XIX en Buenos Aires. Para reducir las expectativas no hice coincidir el título del artículo con el de la receta y, como dice el refrán popular, “listo el pollo y pelada la gallina”.


Modo de hacer los tallarines
Fuente (fecha)
Ingredientes
Carne.
Cebolla.
Tomates.
Orégano.
Tomillo.
Perejil.
Pimentón.
Sal.
Pimienta.
Canela.
Laurel: una hoja.
Hongos.
Nuez moscada.
Agua.
Grasa.
Tallarines.
Preparación
En una cacerola se hará una salsa del modo siguiente:
1.- Poner la carne a dorar, agregar sal. Después de dorada se aparta.
2.- Por un lado, se echa la cebolla cortada en pedacitos, orégano, tomillo, tomate, perejil, pimentón, pimienta, canela, una hoja de laurel, hongos y nuez moscada. Se deja cocinar a fuego lento.
3.- Después, en un tachito (sic), se echarán agua y sal, un poco de grasa y los tallarines. Se dejará cocer.
4.- Después se pone una camada de queso, una de salsa y otra de tallarines. Después otra de queso, otra de salsa y otra de tallarines... y así sucesivamente.
Ajuste personal
Sólo realicé algunas correcciones gramaticales que me parecieron oportunas.
Comentarios
1.- La descripción técnica es insuficiente. ¿El tomate y la cebolla se echan juntos, se condimentan los ingredientes  de entrada o hay una serie de supuestos que todas las mujeres de esa época conocían y que no era necesario aclarar?
2.- En un sentido contrario, llama la atención que empiece la receta sellando la carne que pareciera ser una técnica un tanto sofisticada.
3.- No aclara qué tipo de carne se debe usar.
4.- No aclara en dónde debe preparase la salsa. ¿Se usa el recipiente en que se selló la carne?
5.- Me llama la atención que se incluya la canela entre los condimentos de una salsa de este tipo.
6.- No aclara qué tipo de hongos lleva.
7.- ¿Qué será ese “tachito” en que se cocinan los tallarines?
8.- Otra vez los supuestos: de la lectura del texto pareciera que los tallarines se pusieran a cocinar desde agua fría, hecho que considero altamente improbable.
9.- No aclara dónde se ponen las camadas de queso, salsa y tallarines.
10.- No aclara qué tipo de queso, ni si debe estar rallado.
11.- No aclara en qué momento se termina la cocción de la carne. 
12.- No aclara si se sirven calientes o no.
Como puede verse esta receta es casi imposible de seguir al pie de la letra, hay demasiados supuestos que para nosotros representan interrogantes. Tal vez sólo sirva para indicarnos una forma de condimentar una salsa de tomates que desde luego debemos preparar con las técnicas que conocemos.
Con relación a los condimentos utilizados, debo decir que mi madre usaba casi todos. La excepción quizás sea el tomillo, no recuerdo su presencia en la cocina. Por otra parte, no usaba ni canela ni nuez moscada en una salsa de tomates. La canela sólo era utilizada en platos dulces y la nuez moscada en el puré. En cuanto a los hongos, los conocí de adulto porque no formaban parte de su cocina.
Por mi parte quiero agregar que, a partir de la lectura de esta receta, incorporé la canela entre los condimentos de mis salsas y estofados. El resultado es muy interesante. 
  

sábado, 24 de mayo de 2014

El recetario de la familia Flores

Rubén Flores es amigo mío desde los primeros años de la escuela secundaria. Nos recibimos juntos de profesores de enseñanza primaria en la ilustre Escuela Normal Superior de Profesores N° 2 “Mariano Acosta”, hacia 1975. Ingresamos junto en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en 1972. Ya adentro seguimos caminos distintos. Yo obtuve mi título en historia y él terminó como licenciado en Psicología en la Facultad de Psicología, separada de Filosofía y Letras durante los años de la dictadura.

Las imágenes son propiedad del autor
En los últimos meses de 2011 comencé a publicar mis artículos de cocina y gastronomía en el Recopilador de Sabores Entrañables. Rubén se enganchó con la idea casi inmediatamente. Me envió una receta desde Lima (Los orines del niño) obtenida en el pórtico o el claustro de una iglesia. Me ayudó con la recopilación de las comidas de las fiestas religiosas de los pueblos del Libro, en especial en las atinentes a las familias católicas. Hace algún tiempo trajo un viejo recetario del que conservo una copia scanneda.   

Se trata de un recetario familiar manuscrito de 1891. ¿habrá pertenecido a su bisabuela? Rubén no lo sabe con certeza, lo cierto es que este libro, en realidad una libreta de tapas duras, es una joya. Para que se den una idea de su valor, el primer recetario publicado en La Argentina que yo conozco es el de Juana Manuela Gorriti (1890)(1). Pero esta obra es más una recopilación de recetas americanas que un recetario para amas de casa. El segundo recetario del que tengo noticias, aunque no he tenido oportunidad de dar con él, es de 1894 (Benavente, Teófila, La perfecta cocinera argentina)(2). La receta como género recién entró en las publicaciones periódicas de diarios y revistas en los años 30 del siglo XX(3). De modo que circularían esporádicas recetas a través de ellos y, especulo, algunos recetarios españoles cuya accesibilidad a las familias menos pudiente era, por lo menos, dificultosa. De modo que este recetario, lo repito, es una verdadera joya.
Ya dije que la libreta sobre la que estoy hablando es un manuscrito que tiene una fecha de origen, el 1° de octubre de 1891 (la fecha se encuentra prolijamente escrita en la guarda).
No es el primer recetario manuscrito al que accedo. Era frecuente que, hasta hace unos treinta o cuarenta años, uno de los regalos que recibía la mujer para su casamiento fuera el libro de Doña Petrona, y, en menor medida, el de Doña Lola; pero también he visto, en épocas bastante reciente, prolijas recopilaciones manuscritas por la futura ama de casa. Me encontré con dos formatos distintos en estas colecciones: por un lado, están aquéllos que han sido compuestos en un solo acto, por el otro, los que resultan de compilaciones que se van agregando a medida de que el cocinero o la cocinera va incorporando nuevos platos a su acervo personal. En el primer caso, la colección puede que sea elaborada para una ocasión especial, digamos la inminencia del casamiento de la futura cocinera.
En el caso del recetario de la Familia Flores que lleva por título Recetas para comida y postres, ignoro las circunstancias en que fue compuesto, pero la prolijidad con que están numeradas las hojas permite inferir que fue compuesto del primer modo. ¿De qué otra manera, si no, habría un primera enumeración de páginas para las recetas saladas y luego otra para las dulces? Despista un poco una receta pegada, digamos en la página 0, acerca de cómo se hace una mayonesa (no la tendremos en cuenta en el índice porque adentro hay otra receta de mayonesa). Las páginas dedicadas a la sección de comidas saladas están numeradas del 1 al 41. En el sitio de la página 42, comienza el número 1 de las recetas dulces que van hasta el número 36, última página antes de la guarda. Sin embargo, el recetario dulce termina abruptamente en la página 19, quedando el resto de las hojas en blanco. El hecho no me llama la atención por la forma en que fue confeccionado el recetario, por alguna razón hoy misteriosa, no admite adiciones posteriores. Completa esta impresión leer la palabra “fin” en la guarda. Resultan incomprensibles dos inscripciones que hay en las guardas. La primera dice “Alsina 111” y la segunda, “Tucumán 30”. Estas inscripciones no llevan especificaciones adicionales, de modo que incrementan el stock de misterios que rodean al manuscrito.
Transcribo a continuación un índice que he confeccionado para que se tenga una idea integral de su contenido.             
Índice de recetas:
Recetas saladas
Modo de hacer un puchero a la española                                 pag.   1
Guiso de arroz                                                                        pag.   2
Bifes a la milanesa                                                                   pag.   3
Papas fritas y carne frita                                                          pag.   4
Guiso de alverjas                                                                    pag.   5
Modo de hacer un guiso con papas                                         pag.   6
Modo de hacer los tallarines                                                    pag.   7
Modo de hacer espárragos                                                      pag.   9
Para hacer alcauciles                                                               pag.   9
Modo de hacer huevos con tomate                                          pag.   9 
Modo de hacer las chauchas en ensalada                                 pag. 10
Modo de hacer la coliflor                                                        pag. 11
Modo de hacer zapallitos rellenos                                            pag. 12
Guiso de perdices enteras                                                       pag. 13
Modo de hacer porotos en guiso                                             pag. 15
Modo de hacer bacalao en ensalada                                         pag. 16
Modo de hacer bacalao en salsa                                              pag. 17
Bacalao en (palabra incomprensible)                                        pag. 18
Modo de hacer una sopa                                                                  pag. 19
Gallina dorada                                                                        pag. 20
Perdices en salsa                                                                    pag. 21
Conejos en salsa                                                                     pag. 22
(pag. 23-24, ver abajo después de la pag. 39)
Una cabeza de cordero                                                           pag. 27
(en la numeración se saltea la pag. 28)
Modo de hacer otra cabeza                                                     pag. 29
Ternera estofada                                                                     pag. 31
Salsa a la mayonesa                                                                pag. 33
Perdices en guisado                                                                pag. 33
Perdices en salsa                                                                     pag. 34
Adobo para pescado                                                              pag. 36
Para hacer los riñones a la Metre hotel                                     pag. 37
Modo de hacer una pierna de carnero o cordero                      pag. 38
Pato con hongos                                                                     pag. 39
Pollos asados (está página está arrancada de su lugar original y pegada aquí con una cinta)                                                                        pag. 23
Arroz a la Valenciana (la receta concluye en la pag. 25)             pag. 24
Dulces
Modo de hacer las filloas                                                        pag.   1
Buñuelos                                                                                pag.   3
Modo de hacer peras                                                              pag.   4
Modo de hacer peras al horno                                                 pag.   5
Modo de hacer arroz con leche                                                         pag.   5
Modo de hacer crema                                                             pag.   6
Bizcochos                                                                              pag.   8
Merengues                                                                              pag. 10
Empanadas de (no se entiende la palabra) bañadas en blanco    pag. 11
Bollos Tarragona                                                                    pag. 12
Pasteles Antonia con harina                                                     pag. 13
Pastelitos                                                                                pag. 14
Modo de preparar la pasta                                                       pag. 15
Pasta para bollos, pastelitos, tortas, etc.                                   pag. 16
Modo de hacer los roscones                                                   pag. 18
Quiero señalar algunas curiosidades con relación a las recetas que están incluidas en la colección:
·        Llama la atención la proporción entre recetas dulces y saladas. Los recetarios de este tipo llevan una mayor cantidad de recetas dulces que saladas. Tengo la hipótesis de que esto se debe a que el placer de cocinar, para las mujeres, reside en las preparaciones dulces, que las preparaciones saladas son concebidas como una obligación, en tanto que las dulce configuran un agasajo vespertino o dominguero. En el caso de esta libreta, es evidente que estuvo pensada, según la distribución de hojas, para tenerlas en partes iguales. Sin embargo, la sección de recetas dulces contiene una gran cantidad de páginas en blanco. ¿Algún apuro ha señalado un final abrupto para la conclusión del recetario? ¿Ello explicaría la mayor cantidad de recetas saladas, donde la sección parece estar completa?  
·        Otra cuestión que me llamó la atención es el origen ecléctico de las recetas. Hay recetas criollas (incluso precolombinas), recetas  en proceso de acriollarse, recetas españolas (algunas de clara identidad gallega), recetas italianas y recetas francesas o concebidas bajo la influencia del academicismo francés. En los puntos siguientes daré algunos ejemplos de cada caso.   
·        Recetas criollas: Puchero a la española: lleva las trazas de un cocido español en sus ingredientes con la preeminencia del garbanzo, carnes con chorizo y jamón, y verduras. La particularidad reside en que acompaña los garbanzos con porotos y las verduras son las mismas que en los pucheros criollos (papas, batatas, calabaza y nabos; aunque no hay choclos). La receta de huevos con tomates es claramente un tomaticán cuyano; pero con un detalle notable, excluye el sofrito inicial de cebolla y ajo que le da el toque español que el plato mestizo lleva por lo general. Los zapallitos rellenos son casi iguales a los que yo comía en la infancia, y a como los preparo ahora, sólo que los presenta muy condimentados (canela, pimentón, pimienta, nuez moscada y orégano), yo simplemente les pongo sal, ají molido y comino.    
·        La presencia de recetas españolas es importante en cantidad. Hay dos recetas con bacalao, lo que señala la existencia en el mercado y accesibilidad de ese producto en la Buenos Aires de 1890. Con relación al bacalao, da las recetas como si el pescado fuera fresco y no en salazón que obligue a un tratamiento previo. ¿Está dando por supuesto el proceso de desalar las piezas, el bacalao se conseguía fresco en la Buenos Aires de aquella época o estamos en presencia de un sustituto, como es el caso del abadejo en nuestros días? No podemos saberlo desde la sola lectura del recetario. Otros platos españoles son el Arroz a la valenciana (no es una paella, se trata de un simple arroz cocido sobre un sofrito de cebolla, ajo, perejil y tomates), Buñuelos y Modo de hacer el arroz con leche. Hay una receta curiosa, que es estrictamente gallega: Modo de hacer filloas. Se trata de unos panqueques que se preparan en Galicia, se rellenan con crema.
·        Platos de origen italiano: sin dudas los bifes a la milanesa nos llegaron de Italia y los tallarines reconocen ese origen aunque hayan hecho otro camino. Estas recetas señalan la presencia de ambas preparaciones a fines del siglo XIX. Es curioso que proponga la cocción de los tallarines (no aclara si se trata de pasta asciutta) en la misma salsa (en realidad, es más un estofado que una salsa) y que el condimento sea idéntico al de los zapallitos rellenos (¿se explicará, por un gusto personal o por una moda?).
·        ¿Podemos afirmar, a esta altura que encontrar una receta proveniente del academicismo francés es algo notable o excéntrico en esta colección? Pues allí está la receta de unos riñones preparados con salsa metre de hotel. 
·        Las recetas para el tratamiento, en la cocción, de algunos productos espárragos y alcauciles son muy elementales. Lo verdaderamente interesante, en este punto, es la existencia y accesibilidad a estos productos a fines del siglo XIX. 
Debo reconocer que el recetario admite una mayor cantidad de lecturas que las que aquí se exponen (v. g., comparar las recetas con otras más modernas; relevar el estilo de condimentar las preparaciones para ver si se trata de una modalidad de época o de una preferencia personal del/la recopilador/a, comparar con otros recetarios de la época para observar la vigencia de las recetas, etc.); pero baste hasta aquí, para un primer análisis.   
Como síntesis final expongo las preguntas sintetizan las intrigas que me provoca este recetario: ¿Quién es la autora y con qué finalidad fue compuesto el manuscrito? ¿Fue escrito de tirón o supuso inserciones posteriores? ¿Por qué está terminado a las apuradas (sobre las últimas recetas saladas se observa un incremento de la desprolijidad de la caligrafía) e incompleto? ¿Cómo se eligieron las recetas que conforman una colección bastante ecléctica? ¿Alguien las dictó, fueron seleccionadas por la autora o se recurrió a una fuente escrita? ¿Qué significan las direcciones apuntadas en su guarda?
Notas y referencias:
(1) 1890, Gorriti, Juana Manuela, Cocina ecléctica, Buenos Aires, Félix Lajouane Editor (Librairie Générale), 1890. Leído el 4 de noviembre de 2011 en  http://www.biblioteca.clarin.com/pbda/miscelanea/cocina_eclectica/cocina_00indice.htm.
(2) 1998, Ducrot, Víctor Ego, Los sabores de la patria, Buenos Aires, Grupo Editorial Norma. 2008, 2° edición corregida y aumentada.
(3) 2005 De Lazzari, Gastón Eduardo, “Las recetas de cocina en las revistas argentinas (1915 – 1940)” en AAVV, La cocina como patrimonio (in)tangible, Primeras jornadas de patrimonio gastronómico, Buenos Aires, Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pp. 26-46.


Puchero a la española

Es sabido que las recetas evolucionan siguiendo el ritmo de diversas influencias (una modificación en el set de ingredientes disponibles, un trasiego hacia tierras lejanas, etc.). Suelo desconfiar de la fidelidad de los atributos nacionales que aparecen a veces en los nombres de las recetas porque no representan otra cosa que una atribución simbólica a un origen y escamotean la riqueza de las evoluciones señaladas. No hay, por ejemplo, una receta de “bacalao a la portuguesa” en Portugal (al menos no la he encontrado cuando la busqué), pero sí hay recetas con ese nombre en España y La Argentina. Entiendo que hay aquí una atribución vinculada con el hecho de que el bacalao es central en la dieta de los portugueses y ese plato que pretendemos realizar evoca, con su pretenciosa denominación,  precisamente ese hecho.
Por esta razón, el puchero a la española del recetario de la Familia Flores me evoca un origen, pero no la identidad estricta de la receta en la que precisamente ese origen parece difuminarse. Hasta ahora no he encontrado una denominación similar en recetarios españoles; sin embargo, sí he encontrado la certeza de que el puchero que se prepara en La Argentina desde hace mucho más de dos cientos años es una variante muy específica que dista bastante de las recetas de origen.
Efectivamente, los españoles no necesitan afirmar la hispanidad del puchero (más conocido en la península como “cocido” e incluso como “olla podrida”). Hay muchas variantes regionales del cocido en España, pero no hay una que represente a todas. Es decir, hay cocido madrileño, maragato o vitoriano; pero no hay un puchero a la española en España. En un recetario de 1867, por ejemplo, hay una preparación denominada “Cocido u olla española”.(1) Parece obvio que el autor necesita afirmar, en este caso, la identidad nacional del plato. Es el único caso que conozco, pero aún así, dista bastante del título “puchero a la española”. Especulo con que esta es una denominación criolla consolidada hace ya mucho tiempo, en especial porque “puchero” (alusión al nombre de la olla en que se preparaba antaño) es la expresión más utilizada en Buenos Aires, en tanto que en España, se prefiere el término “cocido”.
¿Sólo en la denominación puede verse el acriollamiento de la receta? No. El texto ya citado de Guillermo Moyano afirma que el cocido se “compone, según  las verduras que dá la estación”(2). Esta flexibilidad que debe tenerse en cuenta para las distintas épocas del año, también se aplica a las diferencias regionales y a los productos que da cada sitio y, claro está, a las preferencias culturales de los distintos colectivos locales. De este modo hay muchas variantes de puchero, algunas de ellas, como el cocido maragato de la ciudad de Astorga (Provincia de León) que no sólo se diferencia por los ingredientes llevados a la olla, sino por la manera de servir el plato (primero las carnes y al final la sopa) que invierte la tradición de otras regiones españolas. De modo que, en el puchero criollo, estas variables se aplican en la selección de los ingredientes y las formas específicas en que se prepara.
En ese sentido, tengo para mí que el puchero criollo, por los ingredientes que utiliza, es más dulce que las variantes que conozco del cocido español. Esto es debido a que lleva zapallo, batatas y choclos.
A continuación reproduzco la página del recetario de la familia Flores y una versión con modificaciones gramaticales que, creo, facilitan su lectura. Dos tipos de comentarios acompañan esta exposición: algunos referentes a cómo se escribían las recetas hace 120 años y otros en que comparo el texto con el recuerdo del puchero que hacía mi madre hace sesenta años. Finalmente, y sólo a modo de ilustración agrego una receta moderna de cocido madrileño para que podamos observar hasta que grado de sofisticación puede llegar este plato (tal vez debamos decir “estos platos” porque, según el servicio en las mesas españolas, esta comida asume el formato de menú de tres pasos, sin contar el postre, claro está).
Puchero a la española
Fuente (fecha)
Recetario de la familia Flores (1891)
Ingredientes
Agua.
Porotos.
Garbanzos.
Carne.
Jamón.
Tocino.
Sal.
Chorizo.
Unto.
Papas.
Batatas.
Zapallo.
Nabos.
Preparación
1.- En una olla se echará agua suficiente con porotos y garbanzos.
2.- Se dejará hervir y cuando está hirviendo se echa la carne, el jamón y el tocino. Se espuma y también se echa sal.
3.- Más tarde, cuando se ha espumado, se le echa las verduras: papas, batatas, zapallo y nabos. También se agrega chorizo y un poco de unto.
4.- Se deja hervir hasta que se cueza.
Ajuste personal
Como puede verse, corregí moderadamente el texto para que pueda entenderse mejor. De todos modos no me parece que esas correcciones hayan alterado la receta.
Comentarios
Algunas objeciones a la receta:
1) No se indican cantidades de ingredientes. ¿Se dan por supuestas o se dejan a la libre elección del cocinero?
2) No se indica qué carne se debe usar. Aquí sí que parece evidente que el corte a utilizar se da por supuesto.
3) No se indica si los porotos y los garbanzos han pasado la noche anterior en remojo como indica la técnica correcta.
4) El único condimento es la sal.
5) No se prevé usar aceite en el servicio. En realidad, no se habla del servicio en la receta.
6) Las verduras se ponen todas juntas. Pareciera que si se procede de este modo, el zapallo y las batatas estarán antes que las papas. ¿Se está pensando en que se deshagan para espesar el caldo? Puede que con el zapallo sí, pero con la batata no.
7) No se incluyen verduras aromáticas (puerro, cebolla, zanahoria y apio).
El puchero de mi vieja se parecía mucho al de la receta. Con relación a los vegetales, mi madre no incluía los nabos. En cambio, daba sabor al caldo con la “verdurita” (una zanahoria pequeña, un puerro y un ramillete pequeño de perejil) que obsequiaba el verdulero y algún trozo de repollo. En cuanto a las carnes, ella utilizaba falda que era llevada a la olla con toda su grasa. Dos o tres veces por año reemplazaba la falda por rabo de vaquillona o, en alguna ocasión especial, con carne de gallina. Además, agregaba sabor con un poco de tocino (una loncha de unos 50 g) y medio chorizo colorado.
La vieja preparaba su puchero los lunes, miércoles y viernes durante todo el año. Con esa periodicidad, y con esa receta, obtenía un caldo espeso que permitía que toda la familia tuviera un plato de sopa en las 14 comidas principales de la semana. 
Cocido madrileño
Fuente (fecha)
2009(3)
Ingredientes
Ingredientes para 4 personas:
250 g de garbanzos
300 g de morcillo de vaca
¼ de gallina
100 g de tocino blanco o entreverado
100 g de morcilla de cebolla
100 g de chorizo
50 g de punta de jamón serrano
4 huesos de tuétano de unos 5 cm
1 Kg. de repollo
4 patatas medianas
2 zanahorias
1 cebolla
1 nabo
1 diente de ajo
aceite de oliva para rehogar
100 g de fideos cabellín para la sopa
sal.
Para el Relleno:
2 huevos
75 g de pan rallado
2 dientes de ajo
2 cucharadas de perejil picado
aceite de oliva
sal
Preparación
Preparación del cocido:
1.- Remojar los garbanzos la noche anterior en agua templada con un poco de sal. A la mañana siguiente sacarlos y escurrirlos.
2.- Colocar en una cazuela grande de base ancha las carnes, el tocino, los huesos lavados y el jamón, y cubrir con unos 4 litros de agua.
3.- Poner la cazuela al fuego y, cuando rompa a hervir, aflorará la espuma a la superficie. Quitarla con la espumadera y agregar los garbanzos.
4.- Al segundo hervor añadir la zanahoria, la cebolla y el nabo.
5.-Cocer a fuego lento por espacio de tres horas o más, hasta que los garbanzos estén tiernos.
6.- Veinte minutos antes del final, incorporar las patatas peladas y cortadas por la mitad. Probar y rectificar de sal.
7.- Simultáneamente, en otro puchero, cocer el repollo picado durante media hora. Escurrir y rehogarlo con el ajo.
8.- Cocer el chorizo y la morcilla en un recipiente aparte para que no tiñan el caldo.
Relleno:
9.- Batir los huevos y amasarlos con el pan rallado, los ajos muy picaditos, el perejil y algo de sal.
10.- Formar con dos cucharas una especie de croquetas aplastadas y freírlas en abundante aceite, muy caliente. No es necesario enharinarlas ni pasarlas por huevo, puesto que la masa aguanta sin romperse.
11.- Cuando se vaya a servir el cocido, introducirlas en el caldo y dar un hervor.
Presentación:
El cocido madrileño se dice que es de tres vuelcos.
12.- Primero se sirve la sopa con fideos (para ello hay que cocerlos en el caldo durante 5 minutos).
13.- Después se presentan los garbanzos en una fuente con las verduras: el repollo rehogado, la zanahoria y el nabo en rodajas (de unos 2 centímetros). La cebolla se añade al caldo para darle sabor, pero se retira. Se acompaña también con el relleno y, en una salsera, tomate pelado, picado y frito.
14.-El tercer vuelco está formado por las carnes troceadas, las chacinas, el tocino y los huesos de caña. El tuétano untado sobre unas tostadas está delicioso.
Ajuste personal
No le veo sentido al relleno, por lo que por ahora prescindo  de ese capítulo (julio de 2010)
Comentarios
01/08/10
Primera experiencia. Bastante auspiciosa. Esta vez fue puchero de rabo y falda y hubo que agregar batatas y choclo para hacerlo más al gusto argentino.
Autocrítica:
1) El tiempo de cocción total de la carne fue de tres horas. A la falda y al rabo le faltó un poco de cocción.
2) Un acierto cocinar los chorizos aparte y controlar la temperatura de las morcillas asturiana (sólo las calenté en agua hervida, pero con el fuego apagado).
3) El repollo debí cortarlo en juliana, pero de todos modos estaba muy bueno. 
4) No controlé la cocción de las batatas y se deshicieron un poco.
5) Los tres vuelcos son la clave del servicio. Después de la sopa, puse el garbanzo y las verduras en una fuente y las carnes en otra. Debí conservar las carnes en fuego mínimo y servirlas después de terminar con las verduras. Así se evita que todo se enfríe y permite que, quienes lo deseen, se sirvan otro plato.
Notas y bibliografía:
(1) 1867, Moyano, Guillermo, El cocinero español y la perfecta cocinera, Málaga, Librería de Francisco de Moya, pp. 2-6.
(2) Idem, pp. 3.